* «He llegado a aprender que la vida religiosa no se trata de negar o borrar nada, sino de desarrollar y descubrir quién soy realmente. Ahora estoy en el mismo lugar que mis antiguos alumnos, pero Dios es el maestro, formando toda mi persona y quitando los miedos y faltas que encubren la persona que soy. Al hacerlo, me ha dado más felicidad, libertad y energía de lo que jamás hubiera imaginado. La ironía de entregarle toda tu vida a Dios en la vida religiosa es que Él te lo devuelve todo, ¡con interés! El sacrificio es real, pero Dios obra con la naturaleza y la enriquece con su gracia»
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