* «Pensé que era un buen médico católico hasta que leí ese pasaje de Mateo 18 sobre quién es el mayor en el Reino de los Cielos. Eso fue un despertar para mí, un punto de inflexión. Fue un momento aterrador en mi trabajo. Tenía miedo de perder a todos mis pacientes. Tenía miedo de enfrentarme a hacer el ridículo ante mis socios. Perdí muchos pacientes, pero también gané otros tantos. Todos mis socios me dijeron que me entendían, que estaban orgullosos de mí y apoyaron mi decisión de cambiar la forma en la que abordaba la planificación familiar y la anticoncepción»
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