* «Al entrar caí al piso, empecé a mirar la procesión de la Virgen y no pude seguir. Así que me ingresaron en una silla de ruedas, como desmayada, a la misa y durante la consagración ocurrió mi liberación. Todas las pruebas que Dios nos pone son para darnos muchas gracias espirituales. Hay que cuidar el bienestar del alma dejándose inundar por la oración, la vida sacramental, la obediencia a la Iglesia y jamás perder la esperanza, ni la fe en Dios»
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