* «Para mí Juan Pablo II era insoportable (…) Lo odiaba, lo odiaba. Tal vez lo descubrí en la noche de Tor Vergata del jubileo de 2000. Tal vez allí tuvo lugar la entrega total a este hombre. Esa noche, esa voz. Y yo era de los que se quedaba atrás, estaba con los muchachos. Juan Pablo II tenía una voz que ya te hablaba por sí sola. Cuando dijo: ‘Veo en vosotros los centinelas de la mañana de este amanecer del nuevo milenio, porque no os inclinaréis -ahora estoy conmovida-, no os inclinaréis ante los que no protegen la vida, repudiaréis la guerra, cuidaréis la dignidad de la persona’. Esto me tocó profundamente. Le dio rostro a toda la búsqueda que había hecho en mi vida»
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