* «Entonces yo tenía un Yapa Mala, una especie de rosario budista, y rezaba en sánscrito sin saber lo que decía. Nada tenía sentido. Cogí mi rosario –el nuestro `porque yo nunca había dejado de ser católica´- y empecé a rezarlo. La Virgen tiró de mí hacia ella y empecé a tener una sed brutal de Dios hasta que di el paso de confesarme e hice la confirmación en 2016»
Camino Católico.- María José Hernández tenía solo diez años cuando sufrió lo que podríamos llamar su primera crisis de fe, abandonó la Iglesia, pero fue a partir de la etapa universitaria cuando comenzó a sumergirse en las diversas disciplinas de la Nueva Era, como el reiki y la angeología, y de manera especial el yoga, que siguió practicando al terminar la carrera, para llenar su vacío interior, pese a que la vida parecía sonreírle, ascendía en el trabajo y el dinero nunca fue una preocupación. Aunque se expuso a riesgos muy graves, la Virgen nunca la dejó sola, y en los momentos de peligro, María José siempre acudía a Ella.