Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta beato José Allamano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta beato José Allamano. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de octubre de 2024

Sorino Yanomami, indígena curado inexplicablemente de una fractura de cráneo producida por el zarpazo de un jaguar en la selva, el milagro que hace santo a José Allamano, fundador de los Misioneros de la Consolata


Sorino Yanomami con la hermana Felicita Muthoni, monja keniana perteneciente a la Orden de la Consolata, que fue la primera que lo atendió cuando sufrió el ataque del jaguar

* «Cuando volví del hospital, era como los demás yanomamis: trabajaba, cultivaba los campos, pero ahora ya no puedo trabajar, porque soy viejo. Solo trabajo por la mañana temprano y, cuando el sol está alto, me voy a casa. Pero me siento bien»

Vídeo en el que Sorino Yanomami está con Misioneros de la Consolata que cantan

Camino Católico.-  El domingo 20 de octubre del 2024, en el parvis de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco ha canonizado a Manuel Ruiz López y siete compañeros de la Orden de Frailes Menores, y Francisco, Mooti y Rafaele Massabki, fieles laicos, todos ellos conocidos como los Beatos mártires de Damasco; además también canonizará a la Beata Marie-Léonie Paradis, a la Beata Elena Guerra y al Beato José Allamano, sacerdote, fundador de los Institutos de los Misioneros de la Consolata y de las Hermanas Misioneras de la Consolata. Una milagrosa recuperación tras el ataque de un jaguar, atribuida a la intercesión de José Allamano, llevó al Papa a reconocerlo como santo.

El 7 de febrero de 1996, la hermana Felicita Muthoni, monja keniana perteneciente a la Orden de la Consolata, se encontraba en el dispensario de la misión de Catrimatini, a orillas del río Catrimatini, en plena selva amazónica. Allí, junto con otros misioneros, atiende al pueblo yanomami, una etnia indígena que vive en la selva entre Brasil y Venezuela.

Aquella mañana, vio cómo un hombre la llamaba para explicarle que Sorino Yanomami, su yerno, había sido atacado por un jaguar. El animal, una hembra, le había cogido por sorpresa, golpeándole el cráneo con un violento zarpazo. Sin embargo, el hombre no perdió el conocimiento, se apartó, se levantó y consiguió mantener a raya al animal con su arco y gritó pidiendo ayuda. Los que estaban cerca de él acudieron, provocando la huida del felino.


Sorino Yanomami en su casa junto a un Misionero de la Consolata

La hermana Felicita, enfermera del dispensario, acudió rápidamente al lugar del accidente para prestar los primeros auxilios, pero la situación era peor de lo que había imaginado. Sorino, medio inconsciente, yacía en un charco de sangre.

De su cráneo, bajo un trozo de cuero cabelludo arrancado por las garras de la bestia, sobresalía ahora una pequeña masa encefálica blanca. La monja reaccionó rápidamente, volviendo a colocar con cuidado el material en el cráneo del pobre hombre y luego en su cuero cabelludo. Pero la sangre seguía manando profusamente, y tuvo que hacer una compresa improvisada con lo único que tenía en ese momento: su camisa.

El pesimismo del cirujano

Finalmente, Sorino es trasladado en coche a la misión. Los lugareños no entienden cuando la hermana Felicita Muthoni anuncia que quiere llevar al herido al hospital. Ya pensaban que iba a vivir en el "otro mundo" y querían que muriera en su propia tierra. Resistiendo a las amenazas y prestándole más cuidados, la monja insiste y obtiene permiso para llevarlo en avión a Boa Vista, la capital regional.

Pero antes de que el avión despegara, algunos de los yanomami presentes declararon que si su camarada moría en la ciudad, lejos de la selva y entre los "blancos", matarían con sus flechas a los misioneros presentes en Catrimani. Cuando llegó al hospital, el Dr. José Nunes da Rocha se hizo cargo de él, pero se mostró pesimista, como contó más tarde: "La situación de Sorino era muy grave y el paciente respiraba con dificultad […] no teníamos mucha fe en la curación, porque la forma en que estaba infectado, pútrida y en un lugar tan "noble" como el cerebro, podía provocar encefalitis y meningitis. Así que no teníamos muchas esperanzas, pero había llegado vivo y teníamos que tratarlo, haciendo todo lo posible".


Sorino Yanomami junto a Helena Yanomami

Confiado a la intercesión de Giuseppe Allamano

En coma, Sorino fue operado bajo anestesia, con la herida abierta. Finalmente se despertó y hubo que seguir operándole, pero parecía haberse recuperado y era capaz de comunicarse. 

El argentino Facundo Sánchez, Misionero de la Consolata, cuenta a Vatican News el momento en que confirmaron que se había producido el milagro:  “Después de 10 días Sorino despertó sin ninguna secuela, justo era la semana donde estaba la novena a nuestro Fundador, al beato José Allamano y las hermanas y los misioneros pusieron a Sorino en las manos del fundador y una estampita con una reliquia debajo de la almohada donde estaba Sorino en el hospital. Después de dos meses y medio Sorino volvió a la comunidad aborigen el 8 de mayo de 1996 sin problema a continuar una vida normal, sorprendió a los médicos y sorprendió a los misioneros por este milagro, que hoy lleva a los altares a nuestro fundador”.

"Cuando volví del hospital, era como los demás yanomamis: trabajaba, cultivaba los campos, pero ahora ya no puedo trabajar, porque soy viejo. Solo trabajo por la mañana temprano y, cuando el sol está alto, me voy a casa. Pero me siento bien", contó en la encuesta diocesana.

Por una feliz coincidencia, el día de su accidente fue también el primer día de la novena preparatoria de la fiesta del beato José Allamano. 


Tapiz de José Allamano en la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano preparada para la canonización  | Fotografía: Daniel Ibáñez / EWTN News

Un sacerdote diocesano atento a las necesidades de su tiempo

Sobre la figura de José Allamano y sobre la obra misionera que inició en Turín en 1901 al fundar el Instituto de los Misioneros de la Consolata y algunos años más tarde, en 1910, el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Consolata, el colombiano Cristián Alarcón, Misionero de la Consolata, destaca su enorme atención a los problemas y necesidades de su tiempo, su enorme celo apostólico y su deseo de hacer conocer a “todos” la Buena Noticia de Jesús.

“José Allamano es un hombre que nace en el siglo XIX, cuando en Turín había tanta necesidad y él empezó a ver el ejemplo de los sacerdotes con los que él trataba, a los que él conocía, empezó a sentirse llamado por Dios al servicio de la Iglesia para los demás. José Allamano es un sacerdote diocesano que al ver las necesidades de su entorno empezó a pensar cómo atender estas necesidades. Por eso, fue tan importante él como santo social, como al empezar a suplir y atender las necesidades de su tiempo. Era un hombre atento y dispuesto a atender las necesidades humanas”.

Vídeo en el que se explica la vida del nuevo santo José Allamano

La misión Ad gentes al centro del carisma

El celo apostólico y el impulso misionero están al centro del carisma de los Misioneros de la Consolata explicó Facundo Sánchez, acompañado por ese enorme deseo de llevar la consolación de Dios a todas las personas en las periferias existenciales y geográficas.

“El Instituto religioso nació para la misión Ad gentes, significa misión para los no cristianos, para los lugares donde todavía el anuncio de Jesús no llegaba. Hoy estamos presentes en 33 países, en cuatro continentes, donde tenemos distintas realidades donde intentamos hacer llegar la Consolación de Dios. Las realidades en donde estamos en América Latina son las periferias urbanas, existenciales. Trabajamos en la educación, tenemos colegios donde acompañamos a jóvenes y niños en la formación, trabajamos en la Amazonas de Brasil, pero también en Amazonas de cuatro países de Latinoamérica donde acompañamos los pueblos originarios en sus luchas, en sus dificultades. Aquí en Europa actualmente estamos trabajando en la re-evangelización en distintas parroquias comunidades y grupos pastorales. La novedad podemos decir para nosotros como Instituto es el Asia donde actualmente estamos en cinco países y estamos haciendo un trabajo de misión Ad gentes. uno de los países más conocidos y significativos es Mongolia donde hay un número muy bajo de cristianos y un número muy bajo también de misioneros pero que trabajan día a día en este primer anuncio de Jesús”.

“Primero santos, luego misioneros”

Para Cristian Alarcón el legado espiritual que el Beato José Allamano ha dejado a toda la familia de la Consolata se puede resumir en la frase “primero santos y después misioneros”, porque indica el camino espiritual que el misionero debe seguir para alcanzar la vocación última del creyente.

“Esto lo tomamos como nuestro valor principal, como nuestro camino a seguir. Cuando nos dimos cuenta que a nuestro fundador lo querían hacer Santo, para nosotros fue una sorpresa porque dijimos, o sea, por este camino sí se puede llegar a la santidad, por medio de la misión y la misión Ad gentes, José Allamano nos ha estado enseñando y nos dejó todo su legado. Entonces, para mí el ser santo primero es el formar mi espíritu y asumir todos los votos como religioso ya que este tipo de santidad es el camino que después me lleva a ser un buen misionero como quería José Allamano. Entonces, el mensaje más importante que para mí me deja el fundador es primero hacerse santo para que después pueda atender bien su realidad como misionero”.