* «Sentí algo fuerte, algo que me descolocaba. Me dije: ‘si me muero, que sea de rodillas’. Y me puse de rodillas. Apareció entonces en mi mente, aunque no en mi entendimiento, un pensamiento, aunque no con palabras: ‘¿por qué me persigues?’ Y vinieron a mi mente episodios de mi vida a los que no había dado importancia antes. Eran momentos en los que yo había estado resentida contra cristianos, o contra la Iglesia»