“La hermana Elizabeth y la hermana Regina eran monjas muy amables. Sabían mantenernos contentos en la escuela. La hermana Elizabeth tocaba el piano y cantaba con nosotros. Nos enseñaba juegos y nos introducía a la devoción por María. Nos obligaba a hablar en inglés como el resto de los niños, y se ponía muy seria con las matemáticas. Siempre sentí su amor y protección. Así se nos presentó a Cristo, el compasivo, que amaba a los pobres y hacía milagros curando a la gente. Pocos años después fuimos bautizados, confirmados y recibimos la comunión en ceremonias preciosas y emotivas”
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*COMENTARIO:* Padre, ¿no hay palabras de más consuelo para esa pregunta de
la tristeza?
*RESPUESTA MÍA:* La respuesta es que Dios es la alegría y la f...
Hace 3 meses