* La comunidad francesa de las Hermanitas Discípulas del Cordero acoge desde hace más de veinte años a religiosas con esta discapacidad
* Son contemplativas, siguen la regla de San Benito y viven felices su vocación junto a las otras hermanas
30 de octubre de 2009.-Hace apenas unos días que un actor con síndrome de Down, Pablo Pineda, ganaba el premio al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián, con una película («Yo, también») que habla de amor, de ternura y de la capacidad del ser humano para romper barreras. La misma historia que se lleva viviendo desde hace 24 años en el monasterio de Le Blanc, en Francia. Allí, la comunidad de Hermanitas Discípulas del Cordero acoge a jóvenes con síndrome de Down en su congregación. Una característica atípica en el mundo de las comunidades religiosas, donde las exigencias propias de algunas congregaciones hacen muy difícil esta integración. Leer más....
viernes, 30 de octubre de 2009
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