El libro biográfico «Benedicto XVI, el Papa alemán» aborda el ser y el hacer del Santo Padre desde una infancia y adolescencia marcadas por la opresión del nazismo
6 de noviembre de 2006.- Cuando uno se topa de frente con la trayectoria de aquel que lleva el timón en la barca de Pedro, puede caer en la tentación de dejarse llevar por la imagen de teólogo de referencia, pastor de grandes masas y jefe de Estado. Sin embargo, bucear por el ser y hacer de Joseph Ratzinger implica toparse con un caminante, un peregrino que nunca se planteó suceder a Juan Pablo II, a pesar de ser un hombre de su confianza al que a menudo le tocaba bailar con la más fea como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. «A decir verdad, nunca hubiera pensado que sería Papa, pues era un muchacho bastante ingenuo, en un pequeño pueblo muy alejado de las ciudades, en una provincia olvidada. Éramos felices de vivir en esa provincia y no pensábamos en otras cosas», confiesa.
Precisamente a través de «Benedicto XVI, el Papa alemán» (Planeta Testimonio), Pablo Blanco relata la vida del Santo Padre como un hombre que vive pegado a su tiempo, con los pies en la tierra y, a la vez, el alma puesta en Dios. De ahí lo suculento de la recopilación de testimonios en primera persona de este intelectual bávaro que domina sin problemas seis idiomas: alemán, italiano, francés, latín, inglés y español. «Hoy me cuesta comprender cómo el Señor ha podido pensar en mí, destinarme a este ministerio. Pero lo acepto como venido de sus manos, aunque es algo sorprendente y me parece que va mucho más allá de mis fuerzas», asegura el Papa cuando echa la vista atrás para recordar su infancia como el tercero y más joven de los hijos de un oficial de Policía y una ama de casa. Leer más...
sábado, 6 de noviembre de 2010
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