«Pido al Señor la gracia de que nuestro corazón sea sencillo, luminoso con la verdad que Él nos da, y así podremos ser amables, perdonador, ser comprensivos con los demás, de corazón amplio con la gente, misericordiosos. Jamás condenar, jamás condenar. Si tú tienes ganas de condenar, condénate a ti mismo, que algún motivo tendrás, ¡eh!»
lunes, 15 de diciembre de 2014
Papa Francisco en homilía en Santa Marta: «El cristiano es misericordioso, la rigidez es signo de corazón débil»
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