El P. Luis Montes, misionero del Instituto del Verbo Encarnado, explica:
“Verlos en ese momento, despojados de lo que habían conseguido en toda una vida, pero rezando a Dios con los mismos sonidos que pronunció el Hijo de Dios, era ver un signo del amor personalísimo que Dios les tiene: ‘no temas pequeño rebaño’... Es gente a la que se le ha arrebatado todo: huyeron con lo puesto. No tienen ni casa, ni auto, ni dinero, ni medicinas, ni trabajo, no tienen un lugar donde reclinar sus cabezas. No se ven rastros de desesperación. Caras serias sí, muchas. Sufrimiento, muchísimo. Pero no han podido arrebatarles la fe, y por ende tampoco la paz interior”
“Verlos en ese momento, despojados de lo que habían conseguido en toda una vida, pero rezando a Dios con los mismos sonidos que pronunció el Hijo de Dios, era ver un signo del amor personalísimo que Dios les tiene: ‘no temas pequeño rebaño’... Es gente a la que se le ha arrebatado todo: huyeron con lo puesto. No tienen ni casa, ni auto, ni dinero, ni medicinas, ni trabajo, no tienen un lugar donde reclinar sus cabezas. No se ven rastros de desesperación. Caras serias sí, muchas. Sufrimiento, muchísimo. Pero no han podido arrebatarles la fe, y por ende tampoco la paz interior”
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