* «Por el Espíritu Santo, Dios se hace presente en nosotros como un fuego que inflama nuestro corazón para amar y entregarnos a los demás, que nos llena de dinamismo y nos comunica los carismas y la audacia necesarios para construir el Reino de Dios, para sobrellevar las dificultades con alegría, y para vivir en la verdad y la justicia”

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