«Normalmente, está claro que no oiré, en mi breve oración, ninguna voz y no tendré ninguna respuesta explícita sobre lo que hay que hacer, o al menos no es necesario que la haya para que lo que hago sea obediencia. Al actuar así, en efecto, he sometido el asunto a Dios, me he despojado de mi voluntad, he renunciado a decidir a solas, y he dado a Dios una oportunidad para intervenir, si quiere, en mi vida. Cualquier cosa que decida hacer ahora, regulándome con los criterios ordinarios de discernimiento, será obediencia a Dios. ¡Así se ceden las riendas de la propia vida a Dios! La voluntad de Dios, de este modo, penetra cada vez más capilarmente en el tejido de una existencia, embelleciéndola y haciendo de ella un «sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» (Rom 12,1)»
viernes, 16 de marzo de 2018
4ª predicación de Cuaresma del P. Raniero Cantalamessa al Papa y a la Curia: «La obediencia a Dios: pedirle en oración si es su voluntad que yo haga lo que deseo realizar»
Etiquetas:
Amor,
conversión,
Dios,
Espíritu Santo,
Evangelio,
fe,
Francisco,
Homilía,
Jesucristo,
Oración,
Papa,
Pecado,
perdón,
Vaticano
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario