* «Dios es un amante que nos deja libres de elegirle, libres de amarlo. Él me ha elegido haciendo que me enamorara de Él, dándome la alegría. Yo he llamado a la puerta, atraída por el deseo de conocer la fuente de la alegría, y Él me ha abierto. Su luz, Su voz, Su presencia, Su alegría, ¡son tan grandes, infinitos, para cada uno de nosotros...! Lo único que tenemos que hacer para obtener todo esto es dejarlo todo y seguirlo, es decir, darle la precedencia sobre el resto, entregarle la vida y compartir la fe. Pero, en cambio, estamos siempre con prisa, no le damos las gracias, no le pedimos que nos indique Su vía y, así, estamos tristes. Jesús es este amor grande, inmenso, único y especial»
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