* «No somos especiales, ni héroes, ni valientes ni mejor que nadie, pues en realidad somos muy débiles, meros espectadores de la obra que Dios hace en nosotros. A través de los años y a pesar de nuestros egoísmos, Dios nos ha enseñado que la vida y la felicidad consisten en darte a los demás, en la donación, en no vivir exclusivamente para ti dándote gusto en todo. Es cierto que tenemos momentos difíciles, pero en el Señor, la comunidad, la oración y los sacramentos encontramos las fuerzas que nos sostienen en el combate diario»
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