* «Siempre he sido creyente, desde que era niña. Cuando perdí a mi padre estaba en una fase diferente. Pero en momentos como estos, el dolor es tan grande que buscas desesperadamente el consuelo, pero al mismo tiempo, maldices. Pero lo que me hizo sentir mejor en aquel momento tan difícil fue la noche en la que en el silencio de mi habitación, en mi cama, me hice la señal de la Cruz. Confiar en Jesús a través de ese gesto fue mi consuelo. La Virgen me hace sentir bien guiada, me reconforta. El silencio en la oración es fundamental. La fe es una dimensión necesaria en mi vida»
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