* «Dios nos quiere tanto que quiere tenernos cerca, que estemos con Él, que le hablemos y le escuchemos. Un encuentro personal con mi Padre Dios, que me está esperando, sin prisas, sin condiciones, siempre disponible para cuando me quiera dirigir a Él, es maravilloso. Siento que siempre está deseando que le haga un hueco en mi vida, que le deje entrar; a veces no me doy cuenta y se queda esperando; otras veces me equivoco anteponiendo otras cosas y no le dedico tiempo a estar con Él»
* «Le ofrezco al Señor mi día y así en cierto modo mi trabajo profesional se convierte en oración al ponerlo al servicio de Dios y de los demás. Por la tarde procuro pararme a rezar otro rato –esto corre más peligro, porque es mucho el ajetreo diario-. Pero lo que procuro es tener una conversación continua con Jesús a lo largo del día; será que me estoy haciendo mayor pero cada vez hablo menos y lo escucho más. Lo que Él dice es mucho más interesante que lo que le digo yo. Y le pregunto “¿Qué puedo hacer por Ti?” Él casi siempre me pide lo mismo: más amor –el amor es el secreto de la vida-, así de fácil y de difícil a la vez»
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