* «He recibido muchos dones y maravillas, con una sanación completa. Comprendí que tenía que hacer mi camino y que, a pesar de esos lastres familiares, ese camino era sano, era bello, y yo estaba llamada a grandes cosas. Sentí una verdadera liberación, en el sentido de que me dije que todo aquello no podía condicionarme durante toda mi vida. Todo lo contrario: esas heridas eran para mí una forma de crecer y de madurar y de ser más fuerte. Jesús es un amigo, un enamorado, un compañero que me hace crecer. Un buen pastor»
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