* «Desde pequeña siempre tuve en mí el deseo de amar y de servir a mi prójimo. Sin embargo, hace más de 5 años que estuve en un noviazgo pensaba que el amor perfecto se encontraba en otra persona. Fue cuando nos separamos que supe que el único amor (perfecto) que llena nuestros corazones viene solamente de Dios. El amor de Él es infinito y nos lleva al cielo. Si recibimos y aceptamos esta verdad todo cambia para nuestra bien. Desde entonces es que no he parado de perseguir al Amor de los amores, al Rey de reyes. ¡No me arrepiento por nada! Cuando pasé por esa separación me sentí deprimida y sin ganas de hacer nada por los demás. Fue entonces que me di cuenta de que el servicio a otros es el camino a la felicidad, a Dios. Es el dar la vida por los demás donde verdaderamente nos encontraremos en paz y en gozo. ¡Gloria a Dios por darnos tanta luz en medio de nuestras dificultades!»
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