* «Las palabras son demasiado limitadas para expresar lo que experimenté. Caí al suelo llorando, pero eran lágrimas de alegría, unidas a una ‘clarividencia’ respecto a todas mis estupideces y errores. Yo deseaba que aquello no acabase nunca, pero… ¡se acabó! Entonces le dije a Dios: ‘Has escuchado mi oración más allá de cuanto habría podido imaginar. Señor, te entrego mi vida. Si quieres, seré sacerdote, monje, lo que quieras»
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