* «La tradición católica ha sentido la necesidad de prolongar y dar más espacio a este momento de contacto personal con Cristo eucarístico y ha desarrollado a lo largo de los siglos, especialmente a partir del siglo XIII, el culto de la Eucaristía fuera de la Misa. No es un culto separado, desprendido e independiente del sacramento; es seguir “recordando” a Cristo: sus misterios y sus palabras; es una manera de “recibir” a Jesús cada vez más en nuestra vida. Una forma de interiorizar el misterio recibido. La adoración eucarística es el signo más claro de que la humildad y el ocultamiento de Cristo en la Eucaristía no nos hacen olvidar que estamos en presencia del “Santísimo”, de aquel que, con el Padre y el Espíritu Santo, creó el cielo y la tierra»
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