Michal Markiewicz junto a su esposa Karolinę
* «Escuché una voz que decía: ‘En esta cruz he dado mi vida por ti’ y en ese instante recibí la fuerza para perdonarme a mí mismo, a cualquiera a quien hubiera hecho daño, pero también a los que me habían hecho daño. Me confesé, recibí la Sagrada Comunión, sentí un fuego en el corazón. Lloré. Experimenté una limpieza espiritual. Dios me mostró cuánto me ama y que nunca me ha abandonado, pues siempre ha luchado por mí»
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