* «Dios puede acortar la distancia con nosotros cuando honestamente, sin falsedades, le presentamos nuestra fragilidad. Nos da la mano para levantarnos cuando sabemos “tocar fondo” y volvemos a Él con sinceridad de corazón. Así es Dios, nos espera en el fondo, porque en Jesús Él quiso “ir hasta el fondo”, ocupar el último lugar, haciéndose siervo de todos. Nos espera en el fondo, porque no tiene miedo de descender hasta los abismos que nos habitan, de tocar las heridas de nuestra carne, de acoger nuestra pobreza, los fracasos de la vida, los errores que cometemos por debilidad o negligencia. Dios nos espera allí, nos espera cuando con mucha humildad vamos a pedir perdón en el sacramento de la confesión»
Video completo de la transmisión en directo de Vatican News con la homilía del Papa traducida al español
* «Con la contrición del corazón, también nosotros supliquemos como el publicano: ‘Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador’ (v. 13). Repitámoslo: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Cuando me olvido de ti o te descuido, cuando antepongo mis propias palabras y las del mundo a tu Palabra, cuando presumo de ser justo y desprecio a los otros, cuando critico a los demás: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Cuando no me ocupo de los que me rodean, cuando permanezco indiferente ante quien es pobre y sufre, es débil o marginado: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Por los pecados contra la vida, por el mal testimonio que ensucia el rostro hermoso de la Madre Iglesia, por los pecados contra la creación: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Por mis falsedades, por mi falta de honradez, por mi falta de transparencia y de rectitud: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Por mis pecados ocultos, por el mal que he causado a los demás sin darme cuenta, por el bien que podría haber hecho y no hice: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador»
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