Camino Católico.- Francisco murió como había vivido: desprendido de los bienes materiales. Pocos días antes de su fallecimiento, entregó los últimos 200.000 euros de su cuenta personal a varios proyectos de ayuda a presos. Lo han revelado este miércoles los diarios La Repubblica y Corriere della Sera. Así, cuando vio la luz aquel testamento espiritual que escribió en 2022, ya no tenía posesiones personales. De hecho, su entierro será financiado por un benefactor anónimo.
«Hace pocos días, el Santo Padre se desplazaba a Regina Coeli para gritar al mundo con toda su fuerza la necesidad de prestar atención a los presos. Les donó sus últimos bienes, 200.000 euros de su cuenta personal», ha explicado Benoni Ambarus, director de la oficina para la pastoral carcelaria y encargado de asuntos caritativos en Roma, a La Repubblica. De acuerdo con Corriere della Sera, esta particular herencia se empleará en proyectos de apoyo y reinserción social en la prisión de Rebibbia, la más grande de Italia, y en el centro de menores Casal del Marmo.
El gesto resume la implicación directa que Francisco mantuvo siempre con los presos. No solo visitaba cárceles con regularidad, sino que hizo de sus encuentros un símbolo de su pontificado. Cada Jueves Santo repetía el lavatorio de pies en prisiones italianas, como Jesús en la Última Cena. Este año visitó Regina Coeli días antes de morir, aunque no pudo lavar a los internos por sus problemas de salud.
La implicación del Papa con el mundo carcelario ha sido especialmente visible durante este año jubilar. El 26 de diciembre de 2024 abrió —después de la de la basílica de San Pedro— una segunda Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia en respuesta a la petición escrita de los propios internos. La ubicó en esta prisión «para que todos tengan la posibilidad de abrir de par en par las puertas del corazón y vean que la esperanza no decepciona», explicó entonces el Pontífice.
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