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jueves, 7 de febrero de 2008
¡Este es MI sacrificio!
¡Es MI sacrificio!
It’s MY sacrifice!
Das ist MEIN Opfer!
Foto: StckXchnge © 2008
Una colega le pidió a los niños de un jardín de infantes que ordenaran todo antes de salir. Timothy, de cuatro años, dejó como herencia un simpático y respetable desorden y como si no le importara nada, ni viera a nada ni a nadie, se encaminó alegremente hacia la puerta. Emily, también de cuatro años, buscó una pequeña escobilla de mano y una palita, y comenzó a barrer; pero mi colega le dijo que eso era de Timothy, y que él debía arreglar ese desorden por sí mismo.
Con su ligera inclinación por el drama, Emily levantó su mano en el aire y exclamó categóricamente: "¡NO! ¡Este es MI sacrificio!"
Cuando ahora trabajamos en el jardín de infantes o en casa, las dos decimos una y otra vez: "¡NO! ¡Este es MI sacrificio!"
Tiene algo que ver con Jesús, ¿no?
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Fuente: Movimiento de Schoenstatt
Traducción: aat, Argentina
Ser mujer es una misión / Auora: Miriam Díez i Bosch
Tres participantes del Movimiento de Schoenstatt en el congreso organizado por la Santa Sede
ROMA, (ZENIT.org).- Tres participantes en el congreso «Mujer y varón, la totalidad del humanum» organizado por la Santa Sede, miembros del Movimiento de Schoenstatt, están convencidas de que ser mujer es una auténtica misión. Lo explican a Zenit Perla Piovera, de Argentina; Alicia Kostka, de Polonia; y Marianne Mertke, de Alemania; presentando sus contribuciones a este encuentro mundial desde la espiritualidad de Schoenstatt, movimiento apostólico de matriz mariana.El congreso, convocado por el Consejo Pontificio para los Laicos, analiza el impacto de la carta apostólica «Mulieris dignitatem», primer documento pontificio dedicado a la mujer, publicado hace veinte años.
ROMA, (ZENIT.org).- Tres participantes en el congreso «Mujer y varón, la totalidad del humanum» organizado por la Santa Sede, miembros del Movimiento de Schoenstatt, están convencidas de que ser mujer es una auténtica misión. Lo explican a Zenit Perla Piovera, de Argentina; Alicia Kostka, de Polonia; y Marianne Mertke, de Alemania; presentando sus contribuciones a este encuentro mundial desde la espiritualidad de Schoenstatt, movimiento apostólico de matriz mariana.El congreso, convocado por el Consejo Pontificio para los Laicos, analiza el impacto de la carta apostólica «Mulieris dignitatem», primer documento pontificio dedicado a la mujer, publicado hace veinte años.
Alicia Kostka, de Polonia, hace dos años hizo su tesis de doctorado sobre la dignidad y vocación de la mujer desde la perspectiva del padre Josef Kentenich (1885-1968), fundador de esta nueva realidad eclesial. «Desde que se publicó, pienso que ha crecido el caos de términos en la sociedad; se define según gusto lo que es mujer y hombre. Queremos profundizar en lo que dicen la Biblia y la antropología cristiana», explica haciendo un sintético balance. Kostka insiste en el planteamiento del congreso, explicitado en una de las conferencias que llevaban por tema «Hombre y mujer, creados uno para el otro».
«Debemos ser conscientes de esto también en la vida diaria», reconoce: «el hombre y la mujer representan a Dios, cada uno en su manera».
«Debemos ser conscientes de esto también en la vida diaria», reconoce: «el hombre y la mujer representan a Dios, cada uno en su manera».
La mujer, imagen de Dios
«A mí me fascina cómo el padre Kentenich lo presenta en su descripción de la mujer como imagen de Dios, y como todavía hoy está mucho más adelante de lo que dice la Iglesia --confiesa--. Cómo muestra concretamente a la mujer como imagen de Dios». «La Iglesia en su doctrina se queda todavía en mostrar que la mujer como persona --como persona que ama, que piensa, que actúa-- refleja a Dios. El padre Kentenich es mucho más concreto mostrando como ella es reflejo, imagen de Dios como mujer, es decir, imagen de un Dios que también es Madre en su entrega desinteresada».
«Muy raras veces se encuentra esto en la teología de la mujer: el servir desinteresado como don natural de la mujer, como potencia de la mujer, es un reflejo de un Dios que nos sirve a nosotros, porque es fuerte y porque es amor».
Otra contribución del padre Kentenich, expresada por la teóloga polaca, «es el papel de la mujer en la salvación del hombre», algo que el fundado expresa a través de «la actitud de fiat, del sí». «Si la mujer lo desarrolla en sí misma, puede también ayudar al hombre a llegar a esta actitud frente Dios. En una palabra, el padre Kentenich ha aportado mucho para que la mujer pueda estar orgullosa de ser mujer».
El padre Kentenich, «un feminista» positivo
Otra contribución del padre Kentenich, expresada por la teóloga polaca, «es el papel de la mujer en la salvación del hombre», algo que el fundado expresa a través de «la actitud de fiat, del sí». «Si la mujer lo desarrolla en sí misma, puede también ayudar al hombre a llegar a esta actitud frente Dios. En una palabra, el padre Kentenich ha aportado mucho para que la mujer pueda estar orgullosa de ser mujer».
El padre Kentenich, «un feminista» positivo
Por este motivo Kostka, sonriendo, llega a definir al padre Kentenich de «feminista»: «Pero en el sentido más positivo. La mujer hasta el día de hoy se orienta en la escala de valores masculina, nos orientamos en el concepto masculino de la mujer, y lo hemos interiorizado sin darnos cuenta».
«Por ello no somos nosotros mismos, no somos lo que podemos ser según la idea de Dios, y como el hombre nos necesitaría. Esto lo dijo el padre Kentenich hace ya 70 años. Es un programa para la liberación de la mujer, la liberación de su orientación en la escala de valores masculina».Marianne Mertke, miembro de la dirección internacional de la Federación de Mujeres, concuerda en que el padre Kentenich fue un feminista, y aclara que «no sólo ofreció una teoría, sino la aplicación a la vida: «habla del ser, que es lo que puede orientar en un tiempo de un caos de definiciones escogidas al azar».
Mertke considera que la gran contribución que ofrece a través de su espiritualidad es la visión de «Maria como mujer, como orientación viva para todas las mujeres que buscan orientación».Por su parte, Perla Piovera, de Mendoza, confiesa: «me parece que este congreso apunta a un desafío central de la vida del mundo de hoy, a cual la Iglesia debe responder. Como dice Juan Pablo II en la carta apostólica "Mulieris dignitatem", lo que se juega con este tema no solo es el problema de la mujer, sino el destino de la humanidad».
«Me parece que en eso Schoenstatt hace un aporte muy importante. No solamente en lo teórico, en el hablar de temas importantes, de profundizarlos; el padre Kentenich puso en el centro a la figura de Maria, y más todavía, la alianza con Maria».
No sólo teoría
De este modo, constata, «le da a la mujer de hoy no sólo una teoría, sino la vida! Posibilita que surja la imagen que Dios tuvo de lo femenino cuando creo al hombre y a la mujer».
La propuesta del fundador, indica, «no ha nacido de una teoría, sino de su encuentro con muchas mujeres de todas las edades y en todas las circunstancias de la vida, y con el encuentro con la mujer, que es Maria, que es el alma de su alma».
De este modo, reconoce, se entiende «lo que dijo proféticamente el padre Kentenich ya en los años veinte. Animó a la mujer a salir a trabajar, a la política, vio en el feminismo de esa época un signo de Dios. No se puede volver atrás».
«No podemos soñar con un cambio volviendo al pasado, sino que tenemos que trabajar para una formación de la mujer siendo mujer, para la época actual, y dar a la mujer el derecho de ser mujer», añade Piovera.
«En nuestra época donde se habla tanto de los derechos humanos, nos olvidamos de los derechos básicos. ¡Devolver a la mujer el derecho de ser mujer! No quiere decir que no trabaje, que no sea madre, sino que sea mujer. Ser mujer es una misión, dice el padre Kentenich. Parece locura. Uno es mujer, ¿qué hacer? Pero es verdad: hoy en día ser mujer es una misión».
Schoenstatt no es hacer malabarares...
Foto: StckXCnge © 2008
Ardamos como un fuego vigoroso
La espritualidad y el apostolado - Hildegard Fischer
Dios me ama en forma personal. Todos los rasgos de mi personalidad me los ha dado él como un don y una misión. La Alianza de Amor nos impulsa a creer esto muy seriamente: que Dios me quiere y me acepta como soy simplemente porque me ama. Su amor no lo mide por rendimiento o en horas, su amor lo mide en amor.
Mi respuesta en la Alianza de Amor debería medirla también en el amor. El Padre Kentenich escribió en Dachau: "Para mi mayor felicidad, cuanto tú me has dado, sin ninguna reserva te lo devuelvo."
Yo le puedo volver a regalar a Dios todo lo que me ha regalado: mi amor (porque solo puedo amar porque El me ama ) mis capacidades, mi habilidades, mis errores, mis debilidades.
Solo porque Dios me ama, puedo arriesgarme a pensar en transmitir y sembrar. El apostolado no se puede "hacer". El apostolado es siempre el uso de nuestras propias fuerzas y a la vez regalar esa fuerza y ese esfuerzo. Yo no hago publicidad de Dios, yo no reflejo a Dios sino que él se refleja en mí, se hace presente a través mío en mi medio ambiente. "Concédeme las gracias que me impulsen con vigor hacia aquello que sin ti no me atrevo a emprender; dame participar en la fecundidad que tu amor otorga a tu Esposa."
Nuestro apostolado consiste siempre y "solamente" en la participación de la infinita fecundidad de Dios.
Por ese motivo el apostolado es siempre irradiar lo que Dios me ha regalado, no se trata de acción ni planes personales. Mi apostolado debe venir desde lo profundo de mi corazón.
¿Lo que Dios quiera? Le devuelvo si se puede con alegría, todo mi trabajo y mi cansancio que estén ligados a mis preocupaciones y mis esfuerzos. También cuando tengo que cancelar una cita por la cual me había alegrado o cuando no puedo asistir a una reunión en Schoenstatt porque simplemente no me puedo alejar de mi trabajo.
Claro que no por eso, voy a dejar de estar agotado al fin del día, claro que se me hace difícil hacer el turno de la noche, claro que al hablar con mi jefa debo mantener en cierta reserva el peso de la tarea. Claro que les exijo a mis colaboradores y a mis colegas de trabajo y claro que también estoy decepcionado cuando tengo una cita privada y no se realiza, pero con la misma evidencia debo entregarle todo esto a Dios.
Seguramente no es una coincidencia. Esa oración expresa para el Padre Kentenich la Inscriptio, es la entrega total en la Alianza de Amor a Dios y a la Mater.
Para mí no se trata simplemente de pedirle a Dios, sino también de un exigencia a mí misma. Debo hacer todo lo que está a mi alcance para cuidar y mantener ese amor. Debo asegurarme tiempo para la oración, para experimentarme como niño predilecto, para el silencio, de tal forma que pueda estar abierta al amor de Dios.
Foto: StckXCnge © 2008
Ardamos como un fuego vigoroso
La espritualidad y el apostolado - Hildegard Fischer
Hace un par de años aprendí a hacer malabares. Bueno, al menos lo intenté. Era fácil con una pelota, pero cuando venía la segunda y la tercera, sentía que era un desafío imposible. Cuando la segunda pelota aterrizó en mi taza de café y la tercera detrás de la biblioteca, me dije que ya era suficiente. A veces creo que nos pasa lo mismo en Schoenstatt: Cuando pienso en mi autoeducación, la oración diaria, el apostolado que exige… me siento como cuando hago malabares con tres pelotas y muy pronto todo se sale del control.
Gracias a Dios, Schoenstatt no se parece en nada a hacer malabares. Y tampoco hay que cumplir con un cúmulo de "ejercicios" y en serie y si se puede al mismo tiempo.
Yo puedo simplificar mi vida espiritual con Dios y con la Virgen María en Schoenstatt con la siguiente petición: "Sólo una cosas te pido: ¡que te ame, Señor!" La esencia de nuestra Alianza de Amor está en que me puedo abandonar en Dios, puedo experimentar un total abandono en Dios, sin condiciones, y también me puedo regalar totalmente a Dios sin dudas ni escrúpulos.
Hijo predilecto de Dios
Dios me ama en forma personal. Todos los rasgos de mi personalidad me los ha dado él como un don y una misión. La Alianza de Amor nos impulsa a creer esto muy seriamente: que Dios me quiere y me acepta como soy simplemente porque me ama. Su amor no lo mide por rendimiento o en horas, su amor lo mide en amor.
Mi respuesta en la Alianza de Amor debería medirla también en el amor. El Padre Kentenich escribió en Dachau: "Para mi mayor felicidad, cuanto tú me has dado, sin ninguna reserva te lo devuelvo."
Yo le puedo volver a regalar a Dios todo lo que me ha regalado: mi amor (porque solo puedo amar porque El me ama ) mis capacidades, mi habilidades, mis errores, mis debilidades.
Sembrar
Nuestro apostolado consiste siempre y "solamente" en la participación de la infinita fecundidad de Dios.
Por ese motivo el apostolado es siempre irradiar lo que Dios me ha regalado, no se trata de acción ni planes personales. Mi apostolado debe venir desde lo profundo de mi corazón.
En la vida diaria
Esa idea me transmite una gran paz interior en la vida diaria. Lo que Dios en este momento me envía, es lo que aquí y ahora desea que yo le devuelva, ni más ni menos. Para mí significa que Dios me envía más trabajo profesional y más responsabilidades de las que puedo tener en un día. Servir el día entero es la regla y no una excepción.
¿Lo que Dios quiera? Le devuelvo si se puede con alegría, todo mi trabajo y mi cansancio que estén ligados a mis preocupaciones y mis esfuerzos. También cuando tengo que cancelar una cita por la cual me había alegrado o cuando no puedo asistir a una reunión en Schoenstatt porque simplemente no me puedo alejar de mi trabajo.
Claro que no por eso, voy a dejar de estar agotado al fin del día, claro que se me hace difícil hacer el turno de la noche, claro que al hablar con mi jefa debo mantener en cierta reserva el peso de la tarea. Claro que les exijo a mis colaboradores y a mis colegas de trabajo y claro que también estoy decepcionado cuando tengo una cita privada y no se realiza, pero con la misma evidencia debo entregarle todo esto a Dios.
Y en esa entrega estoy hacienda apostolado todo el día. No solo contribuyo al Capital de Gracias, sino que en mi ambiente doy seguridad e irradio autenticidad. Se puede sentir que la fe existe en la vida diaria, también cuando no hablo de ello.
A principios de octubre viajé con mi grupo de la juventud de la Bretagne. Naturalmente me dediqué a los jóvenes sin descanso, y luego de un día libre, regresé a la rutina diaria del trabajo. Los jóvenes habían tenido mi cámara y tomaron fotos.
Cuando me puse a mirarlas, tuve de repente una sorpresa: una cruz en medio de las fotos de grupo y de las de la playa. ¿Dónde sacaron esta foto? " Ya no tenemos idea, pero pensamos que te alegrarías al verla. ¡Qué les parece, cómo me he alegrado!
No dejo de sorprenderme y de agradecer al comprobar el apostolado que significa el entregar a Dios los dones y regalos recibidos. Cada persona recibe de Dios una tarea diversa; algunos las reciben directo al frente de su puerta como regalo y como misión.
Recibe Señor
Siempre me apasiona el comprobar adónde me transportan los artículos. En este caso medito en los textos que me inspiró la oración "Recibe Señor".
Seguramente no es una coincidencia. Esa oración expresa para el Padre Kentenich la Inscriptio, es la entrega total en la Alianza de Amor a Dios y a la Mater.
Con esto estoy otra vez haciendo malabares: pero es algo totalmente distinto, dado que en ese caso tengo que tirar una pelota al aire para atajarla luego, pero en la Alianza de Amor no es necesario agregar siempre algo más.
De mi entrega a Dios y de mi profundo amor a él nace lo otro: mi autoeducación, mi oración, mi apostolado.
En la Alianza de Amor Dios se ofrece por amor como compañero de la Alianza y desea que el vínculo principal en la Alianza sea el amor. Todo lo demás debe nacer de ese amor y es solamente en relación con ese amor que es fructífero.
La autoeducación es para mí no como una meta en sí, sino que es mi anhelo, la imagen como Dios me pensó, ser siempre más y más parecida a él.
Dame todo lo que acreciente el amor por ti
Esa petición me acompaña durante todo el día. Porque solo puedo ser fecundo en mi mundo, en mi vida diaria, cuando hay coherencia entre mi actuar y mi amor a Dios. Así puedo llevar a Dios a mi ambiente.
Para mí no se trata simplemente de pedirle a Dios, sino también de un exigencia a mí misma. Debo hacer todo lo que está a mi alcance para cuidar y mantener ese amor. Debo asegurarme tiempo para la oración, para experimentarme como niño predilecto, para el silencio, de tal forma que pueda estar abierta al amor de Dios.
También vale lo contrario: toda mi autoeducación o mi apostolado estarán vacíos, desarraigados, (según el Padre Kentenich, se trata de pensar, amar y vivir en forma mecanicista), cuando me separo de mi Alianza de Amor, de mi entrega total y por lo tanto de Dios.
Sólo entonces me deben llamar dichoso, pleno
La promesa no solamente está en las oraciones del Hacia el Padre sino también en toda la espiritualidad de Schoenstatt.
Seguramente no se ve a simple vista como seguro para evitar situaciones inseguras y difíciles en la vida. La felicidad y la bendición nace de mi total entrega a Dios, porque Dios me ama, nos ama, y porque todo lo que Dios nos envía viene de su amor.
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Fuente: Movimiento de Schoenstatt
Trducción: Lourdes Heinzl, Alemania/Enrique Soros, USA
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