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domingo, 24 de noviembre de 2024

Homilía del evangelio del domingo: Cristo Rey, «humanísimo y trascendente» a la vez / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

 * «En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien ‘nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre’. Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él»

Le veréis venir entre las nubes del cielo...  

Jesucristo, Rey del Universo - B:

Daniel 7, 13-14  /  Salmo 92  /  Apocalipsis 1, 5-8  / San Juan 18, 33b-37

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- En el Evangelio de este domingo, Pilato pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Rey de los judíos?», y Jesús responde: «Sí, como dices, soy Rey». Poco antes, Caifás le había dirigido la misma pregunta de otra forma: «¿Eres tú el Hijo de Dios bendito?», y también esta vez Jesús respondió afirmativamente: «Sí, yo soy». Es más: según el Evangelio de Marcos [Mc, 14, 62. Ndt.], Jesús reforzó esta respuesta, citando y aplicándose aquello que el profeta Daniel había dicho del Hijo del hombre que viene entre las nubes del cielo y recibe el reino que nunca pasará (primera lectura). Una visión grandiosa en la que Cristo aparece dentro de la historia y por encima de ella, temporal y eterno.

Junto a esta imagen gloriosa de Cristo hallamos, en las lecturas de la solemnidad, la del Jesús humilde y sufriente, más preocupado de hacer de sus discípulos reyes que de reinar sobre ellos. En el pasaje del Apocalipsis Él es definido como quien «nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados y ha hecho de nosotros un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre».

Ha sido siempre difícil mantener unidas estas dos prerrogativas de Cristo –majestad y humildad-, derivadas de sus dos naturalezas, divina y humana. El hombre de hoy no tiene dificultad para reconocer en Jesús al amigo y al hermano universal, pero encuentra difícil proclamarle también Señor y reconocerle un poder real sobre él.

En las películas sobre Jesús, esta dificultad salta a la vista. En general, el cine ha optado por el Jesús humilde, perseguido, incomprendido, tan cercano al hombre como para compartir sus luchas, sus rebeliones, su deseo de una vida normal. En esta línea se sitúan Jesucristo Superstar y, de manera más cruda y desacralizadora, La última tentación de Cristo –de Martin Scorsese-. También Pier Paolo Pasolini, en el Evangelio según Mateo, nos presenta a este Jesús amigo de los apóstoles y de los hombres, a nuestro alcance, si bien no carente de cierta dimensión de misterio, expresada con mucha poesía, sobre todo a través de algunos eficacísimos silencios. Sólo Franco Zeffirelli, en su Jesús de Nazaret, se esforzó por mantener juntos los dos rasgos de Él. Ahí se ve a Jesús como hombre entre los hombres, afable y a la mano, pero a la vez como alguien que, con sus milagros y su resurrección, nos sitúa ante el misterio de su persona que trasciende lo humano.

No se trata de descalificar los intentos de reproponer en términos accesibles y populares el acontecimiento de Jesús. En su tiempo Jesús no se ofendía si «la gente» le consideraba uno de los profetas. Pero preguntaba a los apóstoles: «¿Y vosotros quién decís que soy yo?», dando a entender que las respuestas de la gente no eran suficientes.

El Jesús que la Iglesia nos presenta en la solemnidad de Cristo Rey es el Jesús completo, humanísimo y trascendente. En París se conserva, bajo custodia especial, la barra que sirve para establecer la longitud exacta del metro, a fin de que esta unidad de medida, introducida por la Revolución Francesa, no se altere con el paso del tiempo. De forma similar, en la comunidad de creyentes que es la Iglesia, se custodia la verdadera imagen de Jesús de Nazaret que debe servir como criterio para medir la legitimidad de toda representación suya en la literatura, en el cine, en el arte.

No se trata de una imagen fija e inerte, que hay que conservar al vacío, como el metro, sino de un Cristo vivo que crece en la comprensión misma de la Iglesia, también a raíz de las cuestiones y de las provocaciones siempre nuevas planteadas por la cultura y por el progreso humano.

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Evangelio

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: 

«¿Eres tú el Rey de los judíos?». 

Respondió Jesús: 

«¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». 

Pilato respondió: 

«¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?».

Respondió Jesús: 

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí».

Entonces Pilato le dijo:

«¿Luego tú eres Rey?». 

Respondió Jesús: 

«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

San Juan 18, 33b-37

Homilía del evangelio del domingo: Compartir la realeza de Cristo en el cumplimiento de la voluntad del Padre / Por P. José María Prats

* «Para que no caigamos en la tentación de asimilar a Jesús con un rey terreno, él mismo nos recuerda en el Evangelio que su reino «no es de este mundo». Su poder y el del reino que ha venido a establecer no se funda sobre la hegemonía militar o económica, sino sobre la comunión con el Padre, cuyos designios necesariamente se cumplirán. Este contraste con los reyes de la tierra se pone especialmente de manifiesto en la cruz, en cuya inscripción Jesús es proclamado rey. A pesar de las apariencias –que no pueden estar más lejos del fasto de la realeza de este mundo– Jesús reina en la cruz porque acoge incondicionalmente la voluntad del Padre»

Jesucristo, Rey del Universo - B:

Daniel 7, 13-14  /  Salmo 92  /  Apocalipsis 1, 5-8  / San Juan 18, 33b-37

P. José María Prats / Camino Católico.-  En esta solemnidad de Cristo Rey con la que terminamos el año litúrgico, se nos presenta a Jesucristo en su venida definitiva al final del mundo para juzgar a vivos y muertos y para renovar toda la creación llevando a su plenitud el reino de amor y de paz que inauguró con su primera venida.

En esta solemnidad se nos manifiesta como en ninguna otra el alcance de la figura de Cristo que había permanecido velado hasta ahora. En su encarnación y nacimiento se nos mostraba su humildad, en su vida escondida y en su ministerio, su profunda humanidad, y en su pasión y muerte, su entrega y su vulnerabilidad. Ahora, en cambio, en su venida definitiva, se descorre ante todos los pueblos el velo que escondía su gloria y su divinidad.

La segunda lectura proclama abiertamente el alcance cósmico de su figura: Jesucristo es «el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso», y el que «nos ha librado de nuestros pecados por su sangre».

  • Él es el Alfa, es decir, el origen de todo, la Palabra mediante la cual se hicieron todas las cosas.

  • Es el redentor del mundo, el que «nos ha librado de nuestros pecados por su sangre y nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre».

  • Es la Omega, el destino de toda la creación, la lámpara que iluminará la Jerusalén celeste y colmará todo de felicidad y de sentido.

San Pablo, en la carta a los Colosenses lo resume con estas palabras: «todo fue creado por Él y para Él» (Col 1,16). Si esto es así, ¡qué locura y qué drama vivir al margen de Aquél que es nuestro origen y nuestro destino, del que sostiene nuestra existencia y nos permite vencer sobre las fuerzas del mal!

Hoy, pues, se nos muestra a Jesús como «Rey de Reyes y Señor de señores» (Ap 19,16) y se proclama solemnemente su poder absoluto e incontestable: «Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin». Pero para que no caigamos en la tentación de asimilar a Jesús con un rey terreno, él mismo nos recuerda en el Evangelio que su reino «no es de este mundo». Su poder y el del reino que ha venido a establecer no se funda sobre la hegemonía militar o económica, sino sobre la comunión con el Padre, cuyos designios necesariamente se cumplirán. Este contraste con los reyes de la tierra se pone especialmente de manifiesto en la cruz, en cuya inscripción Jesús es proclamado rey. A pesar de las apariencias –que no pueden estar más lejos del fasto de la realeza de este mundo– Jesús reina en la cruz porque acoge incondicionalmente la voluntad del Padre.

Todos deseamos reinar en el sentido de poseer un poder que nos permita vencer sobre las amenazas que se ciernen sobre nosotros y gozar de una existencia plena y estable. Y esto solo lo podemos conseguir por la comunión con Dios, que es el único que existe eternamente por sí mismo. Esta comunión se alcanza conformando nuestra vida con la Palabra de Dios: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14,23).

Por desgracia, el Maligno intenta separarnos de esta comunión con Dios proponiéndonos una realeza fugaz e ilusoria como hizo con Jesús, a quien mostró los reinos del mundo y su gloria y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras» (Mt 4,9). Lamentablemente muchos ceden a la tentación de la corrupción y del fraude para alcanzar este poder aparente que conduce a la ruina.

Nosotros sabemos que la realeza consistente y estable pasa necesariamente por compartir la realeza de Cristo en el cumplimiento de la voluntad del Padre, porque «el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35).

P. José María Prats

 Evangelio

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús: 

«¿Eres tú el Rey de los judíos?». 

Respondió Jesús: 

«¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». 

Pilato respondió: 

«¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?».

Respondió Jesús: 

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí».

Entonces Pilato le dijo:

«¿Luego tú eres Rey?». 

Respondió Jesús: 

«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

San Juan 18, 33b-37

domingo, 21 de noviembre de 2021

Papa Francisco en el Ángelus, 21-11-2021: «Cuando Jesús reina en el corazón, lo libera del sometimiento del mal, de la hipocresía, de las escapatorias, de las dobleces»

 


«La libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres (cf. Jn 8,32). La verdad de Jesús es una realidad, es Él mismo que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones, de las falsedades que tenemos dentro, del doble lenguaje. Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos. La vida del cristiano no es una actuación donde se puede llevar la máscara que más conviene. La mejor prueba de que Cristo es nuestro rey es el desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua, opaca, triste. Todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve corrupto, no se vuelve falso, con la inclinación a cubrir la verdad. No se lleva doble vida. Recordad bien: pecadores sí, lo somos todos, corruptos, ¡nunca! Que la Virgen nos ayude a buscar cada día la verdad de Jesús, Rey del Universo, que nos libera de las esclavitudes terrenas y nos enseña a gobernar nuestros vicios»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

«Hoy, por primera vez en la solemnidad de Cristo Rey, en todas las Iglesias particulares se celebra la Jornada Mundial de la Juventud. Por esto junto a mí hay dos jóvenes de Roma, que representan a toda la juventud de Roma. Deseo que todos los jóvenes del mundo se sientan parte viva de la Iglesia, protagonistas de su misión. ¡Gracias por haber venido! Y no os olvidéis que reinar es servir»

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Papa Francisco en homilía de Jesucristo, Rey del Universo, 21-11-2021: «Jóvenes id contracorriente, Jesús enseña a ir contra el mal con la fuerza mansa y humilde del bien»

 


* «Muchos de sus sueños se corresponden con los del Evangelio. La fraternidad, la solidaridad, la justicia, la paz, son los mismos sueños de Jesús para la humanidad. No tengan miedo de abrirse al encuentro con Él, que ama sus sueños y los ayuda a cumplirlos. El Cardenal Martini decía que la Iglesia y la sociedad necesitan «soñadores que nos mantengan abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo» (cf. Conversaciones nocturnas en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe). Soñadores que nos mantengan abiertos a las sorpresas del Espíritu Santo. Que hermoso. Me gustaría que ustedes se encuentren entre esos soñadores»

Video completo de Vatican News de la homilía del Papa traducida al español

* «Tengan pasión por la verdad, para que con sus sueños puedan decir: mi vida no es esclava de las lógicas de este mundo, porque reino con Jesús por la justicia, el amor y la paz. Queridos Jóvenes, les deseo que cada uno de ustedes pueda sentir la alegría de decir: “También yo soy rey con Jesús”. Soy rey, soy un signo viviente del amor de Dios, de su compasión y ternura. Soy un soñador deslumbrado por la luz del Evangelio y profundizo con esperanza en las visiones nocturnas. Y cuando caigo, encuentro en Jesús la valentía de luchar y de esperar, el coraje de volver a soñar. En cualquier edad de la vida»

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Santa Misa presidida por el Papa Francisco de la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, 21-11-2021

 


21 de noviembre de 2021.- (Camino Católico)  La mañana del 21 de noviembre, solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, celebración litúrgica que tiene lugar el último domingo del tiempo ordinario en el calendario de rito romano y que fue establecida por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925, el Papa Francisco ha presidido la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, en la que también se celebra la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, en las Iglesias locales de todo el mundo bajo el lema «¡Levántate! Te hago testigo de las cosas que has visto» (las palabras de Jesús a san Pablo que encontramos en los Hechos de los Apóstoles capítulo 26, versículo 16). 

En su homilía, el Papa Francisco ha alentado a los jóvenes a tener la valentía de ir contracorriente por el mundo«No contra alguien, como hacen los victimistas y los complotistas, que siempre cargan la culpa sobre los demás; sino contra la corriente malsana de nuestro yo egoísta, cerrado y rígido, para ir tras las huellas de Jesús», ha puntualizado En el video de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración de la Santa Misa.