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Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de13 TVdel 7 de enero de 2025, martes después de la Epifanía del Señor, , presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Mateo 4, 12-17. 23-25:
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de Dios».
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.
Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
7 de enero de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
* «Como la estrella, que con su resplandor guio a los Magos a Belén; así también nosotros, con nuestro amor, podemos llevar a Jesús a las personas que encontramos, haciéndoles conocer, en el Hijo de Dios hecho hombre, la belleza del rostro del Padre y su modo de amar, que es cercanía, compasión y ternura. No lo olvidemos nunca: Dios es cercano, compasivo y tierno. Y para ello no necesitamos instrumentos extraordinarios ni medios sofisticados, sino haciendo que nuestros corazones brillen en la fe, que nuestras miradas sean generosas en la acogida y que nuestros gestos y palabras estén llenos de amabilidad y humanidad»
Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa
* «La estrella, que en el cielo ofrece su luz a todos, nos recuerda que el Hijo de Dios vino al mundo para encontrarse con todo hombre y mujer de la tierra, sin importar la etnia, la lengua o el pueblo al que pertenezcan, y que a nosotros nos confía la misma misión universal. O sea que nos llama a poner fin a cualquier forma de preferencia, marginación o rechazo de las personas; y a promover entre nosotros y en los ambientes en que vivimos, una fuerte cultura de la acogida en la que los cerrojos del miedo y del rechazo sean reemplazados por los espacios abiertos del encuentro, de la integración y del compartir: lugares seguros, donde todos puedan encontrar calor y refugio»
6 de enero de 2025.- (Camino Católico)“El Señor nos transforme así en luces que guíen a Él; como María, generosos en la entrega, abiertos en la acogida y humildes al caminar juntos; para que podamos encontrarlo, reconocerlo y adorarlo” ha rezado el Papa Francisco al final de su homilía de la Santa Misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor, que ha presidido en la basílica de San Pedro. En el vídeo deVatican Newsse visualiza y escucha la homilía del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCESCO
Basílica de San Pedro Lunes, 6 enero 2025
«Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo» (Mt 2,2): de esto dan fe los Magos a los habitantes de Jerusalén, anunciándoles que ha nacido el rey de los judíos.
Los Magos testimonian que se pusieron en camino, lo que cambió sus vidas, porque vieron en el cielo una nueva luz. Quisiera que reflexionáramos sobre esta imagen, mientras celebramos la Epifanía del Señor en el Jubileo de la esperanza; y me gustaría subrayar tres características de la estrella de la que nos habla el evangelista san Mateo: es luminosa, es visible para todos e indica un camino.
En primer lugar, la estrella es luminosa. Muchos soberanos, en el tiempo de Jesús, se hacían llamar “estrellas”, porque se sentían importantes, poderosos y famosos. Pero no fue la luz de ninguno de ellos la que reveló a los Magos el milagro de la Navidad. El esplendor, artificial y frío que ellos tenían, fruto de cálculos y juegos de poder, no fue capaz de responder a la necesidad de novedad y esperanza de estas personas en búsqueda. En su lugar lo hizo otro tipo de luz, simbolizada en la estrella, que ilumina y da calor quemándose y dejándose consumir. La estrella nos habla de la única luz que puede indicarnos a todos el camino de la salvación y de la felicidad: la del amor. Esa es la única luz que nos hará felices.
Ante todo, el amor de Dios, que haciéndose hombre se nos ha dado sacrificando su vida. Luego, como reflejo, el amor con el que también nosotros estamos llamados a entregarnos mutuamente, convirtiéndonos con su ayuda en un signo recíproco de esperanza, incluso en las noches oscuras de la vida. Pensemos en esto: ¿somos nosotros luminosos en la esperanza? ¿Somos capaces de dar esperanza a los demás con de la luz de nuestra fe?
Como la estrella, que con su resplandor guio a los Magos a Belén; así también nosotros, con nuestro amor, podemos llevar a Jesús a las personas que encontramos, haciéndoles conocer, en el Hijo de Dios hecho hombre, la belleza del rostro del Padre (cf. Is 60,2) y su modo de amar, que es cercanía, compasión y ternura. No lo olvidemos nunca: Dios es cercano, compasivo y tierno. Porque el amor es esto: cercanía, compasión y ternura. Y para ello no necesitamos instrumentos extraordinarios ni medios sofisticados, sino haciendo que nuestros corazones brillen en la fe, que nuestras miradas sean generosas en la acogida y que nuestros gestos y palabras estén llenos de amabilidad y humanidad.
Por eso, mientras miramos a los Magos que, con los ojos fijos en el cielo buscan la estrella, pidamos al Señor que seamos, los unos para los otros, luces que lleven al encuentro con Él (cf. Mt 5,14-16). Es triste que una persona no sea luz para los demás.
Llegamos así a la segunda característica de la estrella: esta es visible para todos. Los Magos no siguen las indicaciones de un código secreto, más bien a un astro que ven brillar en el firmamento. Ellos lo notan; otros, como Herodes y los escribas, ni siquiera se dan cuenta de su presencia. La estrella, sin embargo, siempre permanece allí, accesible a cualquiera que levante la mirada al cielo, en busca de un signo de esperanza. Preguntémonos: ¿soy yo un signo de esperanza para los demás?
Y este es un mensaje importante: Dios no se revela a círculos exclusivos o a unos pocos privilegiados, Dios ofrece su compañía y su guía a quien lo busca con corazón sincero (cf. Sal 145,18). Es más, a menudo se anticipa a nuestras propias preguntas, y viene a buscarnos incluso antes de que se lo pidamos (cf. Rm 10,20; Is 65,1). Precisamente por esto, en el pesebre, representamos a los Magos con características que abarcan todas las edades y todas las razas —un joven, un adulto, un anciano, con los rasgos físicos de los diversos pueblos de la tierra—, para recordarnos que Dios busca a todos, siempre. Dios busca a todos, a todos.
Y cuánto bien nos hace hoy meditar sobre esto, en un tiempo donde las personas y las naciones, aunque dotadas de medios de comunicación cada vez más poderosos, parecen estar menos dispuestas a entenderse, aceptarse y encontrarse en su diversidad.
La estrella, que en el cielo ofrece su luz a todos, nos recuerda que el Hijo de Dios vino al mundo para encontrarse con todo hombre y mujer de la tierra, sin importar la etnia, la lengua o el pueblo al que pertenezcan (cf. Hch 10,34-35; Ap 5,9), y que a nosotros nos confía la misma misión universal (cf. Is 60,3). O sea que nos llama a poner fin a cualquier forma de preferencia, marginación o rechazo de las personas; y a promover entre nosotros y en los ambientes en que vivimos, una fuerte cultura de la acogida en la que los cerrojos del miedo y del rechazo sean reemplazados por los espacios abiertos del encuentro, de la integración y del compartir: lugares seguros, donde todos puedan encontrar calor y refugio.
Por eso la estrella está en el cielo. No para permanecer lejana e inalcanzable, sino para que su luz sea visible a todos, para que llegue a cada casa y rompa todas las barreras, llevando esperanza hasta los rincones más remotos y olvidados del planeta. Está en el cielo para decir a todos, con su luz generosa, que Dios no se niega a nadie y no olvida a nadie (cf. Is 49,15). ¿Por qué? Porque es un Padre cuya alegría más grande es ver a sus hijos que vuelven a casa, unidos, de todas partes del mundo (cf. Is 60,4). Verlos tender puentes, allanar senderos, buscar a los perdidos y cargar sobre sus hombros a los que tienen dificultades para caminar. Para que nadie quede fuera y todos participen en la alegría de su casa.
La estrella nos habla del sueño de Dios: que toda la humanidad, en la riqueza de sus diferencias, llegue a formar una sola familia y viva unida en la prosperidad y la paz (cf. Is 2,2-5).
Y de aquí pasamos a la última característica de la estrella: que es la de indicar el camino. También este es un tema de reflexión, especialmente en el contexto del Año santo que estamos celebrando, donde uno de los gestos característicos es la peregrinación.
Caminar juntos «es un gesto típico de quienes buscan el sentido de la vida» (cf. Bula Spes non confundit, 5). Y nosotros, contemplando la estrella, podemos renovar también nuestro compromiso de ser mujeres y hombres “del Camino”, como se definían los cristianos en los orígenes de la Iglesia (cf. Hch 9,2).
Que el Señor nos transforme así en luces que guíen a Él; como María, generosos en la entrega, abiertos en la acogida y humildes al caminar juntos; para que podamos encontrarlo, reconocerlo y adorarlo. Y de este modo, tras encontrarlo, poder recomenzar renovados, llevando al mundo la luz de su amor.
* «¿Nos parecemos más a los pastores, que van de prisa a la gruta aquella noche, y a los Magos de Oriente, que parten confiadamente en busca del Hijo de Dios hecho hombre? ¿O somos más como aquellos que, aunque físicamente muy cerca de Él, no abren las puertas de su corazón y de su vida, y permanecen cerrados e insensibles a la presencia de Jesús»
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican Newstraducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «No olvidemos orar por la paz en la atormentada Ucrania, Palestina, Israel, todos los países que están en guerra, en Myanmar.Aseguro de manera particular mi oración por cuantos sufren a causa de los conflictos en curso. ¡A todos, Jesús, Príncipe de la Paz, trae paz y serenidad!»
6 de enero de 2025.- (Camino Católico) “Pidamos a la Virgen María que nos ayude, para que, a imitación de los pastores y de los Reyes Magos, sepamos reconocer a Jesús cerca de nosotros, en la Eucaristía, en los pobres, los abandonados, los encarcelados y, donando un poco de nuestro tiempo y de nuestras energías a Dios y a los demás, podemos encontrar consuelo consolando, podemos encontrar alivio aliviando, podemos encontrar sentido a nuestra existencia convirtiéndonos en signo de esperanza para quienes encontramos”. Es lo que ha subrayado el Papa Francisco antes de rezar la oración del Ángelus ante miles de fieles, en la plaza de San Pedro en la solemnidad de la Epifanía del Señor.
Luego del rezo del Ángelus, el Papa Francisco ha recordado que hoy se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera “que este año tiene como lema ‘Vayan e inviten a todos a la fiesta’” y ha alentado a los pequeños a esforzarse “en la oración y la solidaridad a favor de sus coetáneos de otros continentes”. “Y no olvidemos rezar por la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, en todos los países que están en guerra, por Myanmar”, ha añadido el Santo Padre.
Hoy la Iglesia celebra la manifestación de Jesús, y el Evangelio se centra en los Magos, que tras un largo viaje llegan a Jerusalén para adorar al Rey de los judíos, guiados por la estrella. Con estas palabras el Papa Francisco ha inciado su alocución.
El Santo Padre ha invitado a prestar atención a un hecho "un poco extraño": mientras aquellos Reyes Magos vienen de lejos para encontrar a Jesús, los que están cerca no dan un paso hacia la gruta de Belén".
"Atraídos y guiados por la estrella, los Magos afrontan enormes gastos, ofrecen su tiempo y aceptan los riesgos e incertidumbres que nunca faltaban en aquellos días. Sin embargo, superan todas las dificultades para llegar a ver al Rey Mesías.
Ellos saben, afirma el Pontífice que está sucediendo algo único en la historia de la humanidad y no quieren faltar a la cita. “En cambio, los que viven en Jerusalén, que deberían ser los más felices y los más dispuestos a llegar pronto, se quedan quietos”.
El Papa explica que los sacerdotes y teólogos interpretan correctamente las Sagradas Escrituraa, porque estos dan indicaciones a los Magos sobre dónde encontrar al Mesías, pero no se mueven de sus «cátedras». Están satisfechos con lo que tienen y no emprenden la búsqueda, no creen que merezca la pena salir de Jerusalén, acompañar a los Magos hasta Belén, aunque sólo sean unos pocos kilómetros.
"¿A qué categoría pertenecemos hoy?"
De allí la invitación de Francisco a reflexionar sobre estas dos actitudes, "¿a qué categoría pertenecemos hoy?". “¿Nos parecemos más a los pastores, que van de prisa a la gruta aquella noche, y a los Magos de Oriente, que parten confiadamente en busca del Hijo de Dios hecho hombre? ¿O somos más como aquellos que, aunque físicamente muy cerca de Él, no abren las puertas de su corazón y de su vida, y permanecen cerrados e insensibles a la presencia de Jesús?”
Al afirmar que Dios vino a nuestro encuentro, salvó por amor la inmensa distancia que lo separaba de nosotros, fue «nacido de mujer», pequeño y necesitado de todo, Francisco plantea nuevas preguntas: “¿Y nosotros? ¿Salimos a su encuentro, intentamos conocerlo, o seguimos nuestro camino, como si nada?”
La historia del “cuarto Rey Mago”
El Papa ha contado: “Según una historia, un cuarto Rey Mago llega tarde a Jerusalén, justo a la crucifixión de Jesús –es una bella historia esta, no es histórica pero es una bella historia –porque se ha detenido en el camino ayudando a los necesitados, dando dones preciosos que había llevado para Jesús”.
“Al final se encontró a un viejo que le dijo ‘en verdad te digo, todo lo que has hecho por los últimos de nosotros hermanos, lo has hecho por mí’. El Señor sabe todo lo que hemos hecho por los otros”, resaltó el Santo Padre.
Aunque la Biblia no menciona a un “cuarto Rey Mago”, según un relato de 1896 de Henry Van Dyke titulado “El Rey Mago que nunca llegó” este se llamaba Artabán, y no pudo ir a Belén con Melchor, Gaspar y Baltazar –nombres que tampoco están en las Sagradas Escrituras, pero que habrían aparecido en un mosaico del siglo VI en una iglesia en Rávena (Italia)– para adorar al Niño Jesús, porque se detuvo a ayudar a los necesitados, incluso a un inocente que iba a ser asesinado por los soldados de Herodes, y sólo pudo reiniciar la marcha después de 30 años, tras haber sufrido prisión.
El Papa reza por la paz y por quienes sufren a causa de la guerra
“No olvidemos orar por la paz en la atormentada Ucrania, Palestina, Israel, todos los países que están en guerra, en Myanmar”.
Los nombres de los países que sufren a causa de los conflictos están ahora impresos en el corazón del Papa, que no pierde ocasión para relanzar su grito y el de toda la Iglesia para que se alcance la paz. Incluso en el Ángelus repite el llamamiento a orar y, por tanto, a contribuir para que esto se pueda realizar, y lo hace también dirigiéndose a las comunidades eclesiales de Oriente que mañana celebran la Santa Navidad.
“Aseguro de manera particular mi oración por cuantos sufren a causa de los conflictos en curso. ¡A todos, Jesús, Príncipe de la Paz, trae paz y serenidad!”
La invitación a orar se extiende también a los niños y jóvenes que hoy celebran la Epifanía, Jornada Mundial de las Misiones Infantiles sobre el tema: "Vayan e inviten a todos a la fiesta".
“Saludo a los niños y jóvenes misioneros de todo el mundo y los aliento en su compromiso de oración y solidaridad en favor de sus compañeros de otros continentes”.
Finalmente, un saludo a los participantes en la procesión histórico-folclórica del Municipio de Amelia y a los pueblos vecinos, a los fieles de Massafra, a los jóvenes del Movimiento "Tra Noi", a los "Amigos de la historia y de las tradiciones" de Carovilli y el Coro Soriano de Cimino. Un pensamiento especial para la gran "Procesión de los Reyes Magos" en Polonia, "que con esta iniciativa - dice el Papa - dan testimonio de la fe en las iglesias y en las calles de Varsovia y de muchas ciudades polacas, pero también en el extranjero, incluso aquí en Roma.”.
Oración del Ángelus:
Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…
Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…
Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…
Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.
6 de enero de 2025.- (Camino Católico) En la Solemnidad de la Epifanía del Señor el Papa ha presidido la Santa Misa en la Basílica de San Pedro. En su homilía, Francisco subraya que Dios vino al mundo para encontrarse con hombres y mujeres de todas las etnias y lenguas y que nos llama a "prohibir cualquier forma de selección, marginación y despilfarro de las personas." El Pontífice insta a la fraternidad y a ser luz y signo de esperanza para los demás y añade: "Dios no se revela a círculos exclusivos ni a unos pocos privilegiados", vino para todos En el vídeo de Vatican Newsse visualiza y escucha toda la celebración.