* "Advertimos enseguida que no era sólo hija nuestra. Era ante todo de Dios, y como tal teníamos que educarla, respetando su libertad” * "Se dedicaba a las personas que tenía alrededor. En especial había una muchacha, en la otra habitación, que estaba allí para desintoxicarse de la droga. Chiara le lavaba el cabello y le hacía mucha compañía. Viéndola más cansada, le pedimos que se limitara, pero ella nos calló con un seco: “Ya tendré tiempo para descansar” * "Con el TAC supimos lo que tenía: un sarcoma óseo. En ese momento sentí que me moría. Abrazándome fuerte a Ruggero nos dijimos: “Sólo Jesús nos puede ayudar a decir nuestro sí” y le pedimos con fuerza a la Virgen que “tomara de la mano a Chiara por este nuevo camino” * "Las últimas palabras de Chiara cuando nos saludó fueron: “Adiós mamá. Sé feliz porque yo lo soy”, y su último acto de amor fue el don de las córneas a dos jóvenes" 1 de octubre de 2010.- Un partido de tenis cuando tenía 17 años fue el evento que cambió radicalmente la vida de Chiara Badano (1971 – 1990). Allí comenzó a sentir dolores muy fuertes. Era el principio de la enfermedad que meses después la llevó a la muerte. "Por ti, Jesús, ¡si tú lo quieres, yo también lo quiero!", eran las palabras que repetía durante su agonía. Chiara pertenecía al Movimiento de los Focolares, fundado en Italia por Chiara Lubich en 1943. Ha sido beatificada este pasado sábado 25 de septiembre en el santuario del Divino Amor en Roma, en una ceremonia presidida por monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, en representación del Papa Benedicto XVI, y ha contado con la presencia del cardenal Ennio Antonelli y miles de personas, en su mayoría jóvenes, casi todos focolares venidos de 57 países para la primera beatificación de un miembro del movimiento que fundó Chiara Lubich. Cuando la joven Chiara Luce Badano fue proclamada beata y su retrato descubierto, una atronadora salva de aplausos de dos minutos saludó el acontecimiento mientras, entre los asistentes, dos personas recibían una peculiar atención: Teresa y Ruggiero Badano, los padres de Chiara, señalados por el privilegio especial de ver a su hija convertida ya oficialmente por la Iglesia en mediadora e intercesora entre Dios y los hombres, un caso prácticamente único en la Historia de la Iglesia. Él estaba más conmovido. Teresa, sin embargo, sonreía, fiel a las palabras con que su niña la animó antes de expirar: «Sé feliz, porque yo soy feliz». «Durante todo este camino Chiara nos enseñó a cumplir la voluntad de Dios, como hizo ella, porque no sólo hay que decirle sí cuando todo va bien», dijeron sus padres ante los micrófonos de Radio Vaticana. Ruggiero considera lo que les ha pasado como un «misterio», algo «demasiado grande». Y así fue la beatificación. Monseñor Amato resumió lo sucedido en una frase: «La santidad de Chiara es una alegre canción al amor de Dios. Que los jóvenes sepan cantar alegremente para que canten esta vida de gracia con su propia vida».
Teresa y Ruggiero, la acompañaron durante sus dos años de enfermedad y su testimonio ha permitido conocer cómo era y cómo vivió. Explican sus vivencias en una entrevista.
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