“Primero le tomé la mano, mientras con la otra mano, me acarició la cabeza y las heridas. Y después me atrajo hacia él, apretándome fuerte y abrazándome la cara. Tenía la cabeza contra su pecho y sus brazos me envolvían. Me apretó fuerte, fuerte, como si me mimara, y ya no se soltó. Intenté hablar, decirle algo, pero no lo logré: la emoción era demasiado fuerte. Eso duró algo más de un minuto, pero me pareció una eternidad”
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Vinicio Riva: “El Papa no me ha tenido miedo y me ha abrazado. Mientras me acariciaba, no sentí más que amor”
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