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jueves, 19 de junio de 2014

Mary Pierce, tenista que llegó a la número 3 del mundo: «En marzo de 2000, entendí que el pecado en mi vida me separaba de Dios. Me arrepentí y entregué mi vida a Jesús»


* «Fue ahí que yo experimenté lo que la Biblia llama “nuevo nacimiento”. Mi vida se transformó»

* «Aprendí a perdonar. Mi corazón era muy duro. En particular, odiaba mucho a mi padre. Él era muy exigente. Yo entendí, durante mi conversión, que era importante arrepentirme y perdonar. Encontré la fuerza para perdonar a mi padre y a otras personas. Puse mi vida en orden. Sin Dios habría sido imposible. Desde entonces, he vivido feliz, en paz con Dios y conmigo misma»

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