“Era todo un Babel enorme… Y entonces empecé a sufrir unos episodios de fiebre muy alta que nadie sabía por qué me daban, y acabe ingresado en el hospital. Me hicieron pruebas de muchas cosas, y no había manera de sacar lo que tenía... Me empezó a entrar miedo, porque decía a lo mejor tengo algo grave… Y, de repente, yo dije: «Bueno, lo único que me queda es rezar… Entonces recé, casi por instinto, sin pensar mucho por qué lo estaba haciendo, pero recé. Como si mi alma supiera lo que tenía que hacer sin que yo lo entendiera. Y en ese momento yo me convertí. Pasé de no creer en Dios, o de olvidarme de Dios, o cuestionarme a Dios. En un segundo, en menos de un segundo saber que Dios existe, que me ha tocado, que ha hecho algo en mí. Me cambió el corazón, me lo transformó en menos de un segundo. Y yo me hice creyente ahí”
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