“Hoy digo en mi corazón: “El Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo”. No podrán conmigo los desprecios de los hombres. Porque mi vida no se sustenta en el juicio humano. Ese juicio cambiante que tan pronto levanta la fama a alguien como se la quita. El juicio de los hombres no llena mi corazón herido. Es demasiado frágil. El cura de Ars decía que ninguna crítica disminuye mi valor y ningún elogio lo aumenta. ¿Tan inseguro soy que me siento valioso si los demás lo dicen y poco valioso si dicen lo contrario? A veces me importa más lo que piensan otros de mí que lo que Dios piensa en su corazón”

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