* «En abril de 2009 me convertí. Antes me sentía orgullosa de ser atea; después comprendí que creía en Dios. Me di cuenta de que el bien que sentía que necesitaba era Dios. Empecé a leer de nuevo la vieja Biblia para niños y aprendí a rezar a la luz aún débil e incierta que había recibido como un don inesperado. Cuando entré por primera vez en una iglesia católica me sentí como en casa, envuelta por una presencia que ama, que perdona, que acoge. Desde entonces intenté profundizar mi fe. Mientras tanto, había empezado la carrera de Medicina. Todo lo que estudiaba me daba más pruebas de la existencia de Dios, me convencía del genio y la sabiduría del Creador. Comprendí que la ciencia era una demostración del hecho de que Dios existe»
sábado, 4 de noviembre de 2017
A Vera Sofia, rusa, joven y atea, Dios le dejaba señales y ella las fue atendiendo todas hasta bautizarse católica
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