* «Mi familia pensó que había tenido un colapso. Pensaron que yo estaba loca y culparon a mi tía Betty. El infierno se estaba desatando a mi alrededor. El primer año después de mi conversión fue brutal. Ahora digo la verdad, los dones del Espíritu Santo me han cambiado radicalmente.  La verdad me ha liberado»


 
 
 
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