* “Como el agricultor, que para obtener unos frutos excelentes, cava, abona, sulfata y riega puntualmente sus árboles, así nosotros, para producir frutos buenos de palabra y de obra necesitamos purificarnos con la oración, el esfuerzo por conocer y permanecer fieles a la Palabra de Dios, la vida sacramental, el examen de conciencia… El evangelio insiste especialmente en la importancia de la purificación para poder evangelizar y guiar a otros hacia Dios: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? … Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano»”
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