* «Lo que me llamó la atención de las monjas doroteas, que conocí en la JMJ de Madrid, es la dimensión del corazón de Jesús y el corazón de María, fuerza y ternura juntas. Me gusta dejarme habitar por estos dos corazones y tratar de vivir dentro de estos corazones. No siempre es fácil, pero ser ‘hija de los Sagrados Corazones’ es para mí una gracia inmensa. Todavía estoy en camino. Estoy en el quinto año de juniorado y pronto comenzaré la preparación para los votos perpetuos. Por eso, cada año renuevo mis votos, pero mi primer ‘sí’ en mi corazón fue un ‘sí’ para siempre»
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