“Nosotros necesitamos comer el Cuerpo y beber la Sangre de Jesucristo, el verdadero y definitivo Cordero de Dios, para poder seguirle en su camino hacia la gloria eterna. Y la razón es que para nosotros es absolutamente imposible atravesar el abismo de la desobediencia. Sólo Cristo habitando en nosotros puede franquearlo… Pero recordemos que para poder comer este Cuerpo y beber esta Sangre debemos estar verdaderamente dispuestos a obedecer el mandato de Jesús: «Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros»”
Jueves Santo – Misa vespertina de la Cena del Señor:
Éxodo 12, 1-8,11-14 / Salmo 116 / 1 Corintios 11, 23-26 / Juan 13, 1-15
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