* «Tras finalizar mis estudios universitarios, comencé a trabajar en otro estado, South Carolina, en temas de inversiones y de seguros. En aquella época tenía dinero, un auto deportivo, amigos, viajes, salíamos todas las noches, jugaba golf…. todo lo que el mundo dice que te va a hacer feliz y que te va a llenar. Sin embargo, terminada la fiesta, me venían momentos oscuros donde me daba cuenta de la contradicción que vivía y de la tristeza: no era feliz. A pesar de que el Señor me había bendecido con todo, no terminaba de llenarme. Sabía que Dios tenía algún plan para mí, que me llamaba, pero tenía miedo y no quería abandonarme en Él. En fin, me puse las pilas y recordando algo de mi formación católica, pensé en los ejercicios espirituales de San Ignacio, un camino para ver lo que Dios tenía pensado para mí»
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