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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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viernes, 22 de enero de 2021

Valerie García, 18 años: «Me consideré atea. Tenía rencor y dolor por heridas porque sufrí bullying y una relación tóxica… Jesús nunca se fue de mi lado y me ha liberado»


* «Gracias a la misericordia de Dios y a los méritos de su Pasión, hoy puedo deciros que Dios lo es todo para mi, que con Él lo tengo todo, y no me falta nada.   Poco a poco me fui enamorando más y más de Cristo, Él aumentó mi Fe y me permitió acercarme a Él porque yo tenía sed de Él y le buscaba, cada vez le necesitaba más y más cerca. Una de las cosas más bonitas que aprendí mientras maduraba en mi fe (y sigo madurando en ella), fue que da igual las veces que te caigas, lo importante es que siempre te levantes, ese es el verdadero sentido de la santidad. Yo misma me cansaba de mis pecados porque me confesaba y al día siguiente o incluso el mismo día de haberme confesado volvía a caer en el mismo pecado. Pero con el tiempo y el amor de Dios me di cuenta de que la misericordia de Dios es TAN grande que Él ya me había perdonado antes de que cayera. Lo único que tienes que hacer es doblar rodilla, agachar la mirada y doblegar el corazón, porque no hay corazón arrepentido que sea rechazado por Dios, su amor es tan grande que Él puede perdonar LO QUE SEA. No sólo me enseñó a cómo pedir perdón, también me enseñó a perdonar»

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