* «Gracias a la misericordia de Dios y a los méritos de su Pasión, hoy puedo deciros que Dios lo es todo para mi, que con Él lo tengo todo, y no me falta nada. Poco a poco me fui enamorando más y más de Cristo, Él aumentó mi Fe y me permitió acercarme a Él porque yo tenía sed de Él y le buscaba, cada vez le necesitaba más y más cerca. Una de las cosas más bonitas que aprendí mientras maduraba en mi fe (y sigo madurando en ella), fue que da igual las veces que te caigas, lo importante es que siempre te levantes, ese es el verdadero sentido de la santidad. Yo misma me cansaba de mis pecados porque me confesaba y al día siguiente o incluso el mismo día de haberme confesado volvía a caer en el mismo pecado. Pero con el tiempo y el amor de Dios me di cuenta de que la misericordia de Dios es TAN grande que Él ya me había perdonado antes de que cayera. Lo único que tienes que hacer es doblar rodilla, agachar la mirada y doblegar el corazón, porque no hay corazón arrepentido que sea rechazado por Dios, su amor es tan grande que Él puede perdonar LO QUE SEA. No sólo me enseñó a cómo pedir perdón, también me enseñó a perdonar»
viernes, 22 de enero de 2021
Valerie García, 18 años: «Me consideré atea. Tenía rencor y dolor por heridas porque sufrí bullying y una relación tóxica… Jesús nunca se fue de mi lado y me ha liberado»
* «Gracias a la misericordia de Dios y a los méritos de su Pasión, hoy puedo deciros que Dios lo es todo para mi, que con Él lo tengo todo, y no me falta nada. Poco a poco me fui enamorando más y más de Cristo, Él aumentó mi Fe y me permitió acercarme a Él porque yo tenía sed de Él y le buscaba, cada vez le necesitaba más y más cerca. Una de las cosas más bonitas que aprendí mientras maduraba en mi fe (y sigo madurando en ella), fue que da igual las veces que te caigas, lo importante es que siempre te levantes, ese es el verdadero sentido de la santidad. Yo misma me cansaba de mis pecados porque me confesaba y al día siguiente o incluso el mismo día de haberme confesado volvía a caer en el mismo pecado. Pero con el tiempo y el amor de Dios me di cuenta de que la misericordia de Dios es TAN grande que Él ya me había perdonado antes de que cayera. Lo único que tienes que hacer es doblar rodilla, agachar la mirada y doblegar el corazón, porque no hay corazón arrepentido que sea rechazado por Dios, su amor es tan grande que Él puede perdonar LO QUE SEA. No sólo me enseñó a cómo pedir perdón, también me enseñó a perdonar»
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