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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Página web de Escuchar la Voz del Señor

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miércoles, 20 de enero de 2021

Manuel se alejó de Dios, viajó y trabajó por todo el mundo y regresa al Señor 35 años después: «Dios tiene sus caminos, a veces difíciles de comprender. Recibí la Confirmación»

 


* «Al cabo de 530 vuelos profesionales de avión (guardo todas las tarjetas de embarque) volví a Portugal en 2019. ¿El motivo? Me diagnosticaron un problema de salud vascular congénito, que se manifestó debido al exceso de viajes de avión y helicóptero. Los médicos me recomendaron que no viajase con tanta intensidad y, por eso, me instalé definitivamente en Portugal. Por esas mismas fechas, falleció un familiar al que yo quería mucho. Le quería casi como a un padre. Llegué a Lisboa a tiempo para el funeral. Las palabras del sacerdote fueron tan apropiadas e inspiradas, que me calaron profundamente. Mientras tanto, Dios convertía el corazón de mi antigua novia de mis tiempos de investigador en Coimbra. Ella supo perdonarme. Su buen ejemplo y oraciones supusieron un gran testimonio para mí. Resolví acompañar a mi madre a Misa los domingos. Fue como si le preguntase si podría hacerle compañía en un paseo. En la Parroquia de las Mercês me sentí en casa, como si no hubieran pasado décadas desde que abandonara la práctica religiosa. Y el Señor, en su bondad, quiso enviarme otra señal: la lectura del Evangelio de ese domingo era nada menos que la parábola del hijo pródigo»

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