* «Es difícil de contar esta experiencia, pero se parece a un salto de trampolín en la natación, tirarte y confiar en que no te vas a matar, saltar más allá de todo lo que conocías y lanzarte ante lo que podría ser una nada, que Dios no exista, que caigas indefinidamente… pero me dejé caer y tras un instante sentí una sensación abrumadora de paz, una Presencia que nunca antes sentí. Me convenció. Yo no lo generaba, no me lo inventé, no intentaba fingir ni hacerme sentir un consuelo. Me dejé llevar, salté y me abrazó el Señor. Desde ese momento, nunca he vuelto a dudar de que Dios existe y es real, está presente, es personal»
lunes, 7 de junio de 2021
Eric Roush era agnóstico, casi ateo, estudiaba Historia, sabía de mitología, leyó la Biblia por honrar a su difunta abuela, el Evangelio le asombró y ahora es sacerdote
* «Es difícil de contar esta experiencia, pero se parece a un salto de trampolín en la natación, tirarte y confiar en que no te vas a matar, saltar más allá de todo lo que conocías y lanzarte ante lo que podría ser una nada, que Dios no exista, que caigas indefinidamente… pero me dejé caer y tras un instante sentí una sensación abrumadora de paz, una Presencia que nunca antes sentí. Me convenció. Yo no lo generaba, no me lo inventé, no intentaba fingir ni hacerme sentir un consuelo. Me dejé llevar, salté y me abrazó el Señor. Desde ese momento, nunca he vuelto a dudar de que Dios existe y es real, está presente, es personal»
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