* «Llegó la crisis. En concreto la separación. Nada funcionaba. Era un gran sufrimiento, un gran dolor, una prueba de vida, estar sola con una niña pequeña. Y entonces me dirigí a Dios diciéndole: ‘Si existes, haz algo’. Y simplemente me puse a rezar el Padre Nuestro, esta oración, esta sencilla oración que recordaba de mi infancia. En ese momento creí en Jesús, creí en Dios… Es el momento de mi conversión y puedo decir que realmente conocí al Señor; de hecho, conocí y experimenté a Dios en ese momento»
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