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martes, 4 de marzo de 2025

Manuel, de 24 años, de familia no creyente, quería demostrar que Dios no existía y un amigo lo llevó a la parroquia: «Me he bautizado; primero se convirtió la razón y luego el corazón; te das cuenta que estás en las manos de Dios»


Manuel se ha bautizado después de plantearse todas las dudas sobre la existencia de Dios

Camino Católico.- El día que Manuel, «24 años para 25», se presentó por primera vez en la catequesis, estaba «asustadísimo: pensaba que me iba a encontrar a gente que me juzgaría», dice a B. Aragoneses en Infomadrid. Él, que venía de un padre ateo convencido, una madre agnóstica, y una hermana de 16 años que todavía no tiene criterios claros en este sentido. Porque en la familia ha entrado un elemento más de la ecuación de la mano de Manuel, el cuarto integrante, que ha entrado en la Iglesia católica mediante el Bautismo el sábado, 1 de marzo, en la basílica parroquia Asunción de Nuestra Señora de Colmenar Viejo, en una celebración presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Todo empezó en las aulas de Filosofía, carrera que ha estudiado y en la que surge de manera inevitable la cuestión de Dios. «Cualquier estudiante tiene que transitar por ella». Esos primeros años, Manuel se empeñó «en demostrar que no existía». Lo discutía mucho, en concreto con unas amigas salesianas, y tanto ir y venir, tanto leer a filósofos de aquí y de allá, que le empezaron a surgir las dudas.

«Lo llevé individualmente», sin saber muy bien dónde buscar respuestas, hasta que al final, de tanto preguntar y unos y otros, un amigo suyo de Colmenar Viejo, donde vive, le dijo: «Mira, estoy cansado, si quieres te acompaño a la parroquia». Y así es como se presentó en la Asunción de Nuestra Señora y en aquel primer día de catequesis.

Razón y corazón

«Primero se convirtió la razón y luego el corazón», asegura, hablando de su camino de fe. Porque «al final me di cuenta de que no tenía ni idea» de nada. Le ha ayudado este sentirse necesitado, y también la paciencia que toda esta gente que se ha ido encontrando en la Iglesia han tenido con él. Y eso que «yo he pasado del Partido Comunista —literal— a la Iglesia católica».

Ahora, a Manuel no le da miedo rezar el avemaría, que acaba de aprenderse, aunque él a quien admira más profundamente es a Jesús. «Su entrega absoluta, con el camino tan difícil; me sigue estremeciendo mucho Cristo en la cruz». Y de ahí, «llegas inevitablemente a María». En casa, su deseo de ser cristiano no le sentó nada bien a su padre. De hecho, ha tenido algún que otro encontronazo con él. Su madre, en su agnosticismo, no ha tenido tantos prejuicios. Y «mis amigos han flipado». Manuel ha descubierto, y eso es lo que trata de transmitir, que «cuando uno simplemente tiene valores que se ha construido él mismo, es más egoísta y no alcanza algo tan grande».

Al vivir la fe, «te das cuenta de todo lo que tienes a tu alrededor es un regalo y estás en Sus manos», y que todo te lleva a la grandeza, y que aunque haya cosas que no estén bien, no estás solo. «Pasas por las dudas de forma distinta; solo, todo son tinieblas, y cuando no estás solo, sigues caminando».

Año de la esperanza

En este año jubilar, el Bautismo de Manuel es signo de esperanza. Algo que a él le viene al pelo justo ahora que está opositando a Justicia (hizo Derecho también). Para el joven, «la esperanza implica cierto salto de fe, que te da serenidad y tranquilidad al alma, vivida en comunidad». Manuel, que llega a la Iglesia de muy lejos, sabe que «en el fondo, si uno se sienta a hablar con un joven despistado, ve que está deseando ser cristiano». El problema, muchas veces, es el lenguaje. Mejor decirle «hay algo grande que puedes vivir» a hablarle con terminología cristiana; «hacer que se fijen más en el mensaje y no en la forma».

El sábado de su bautismo, en la basílica, Manuel ha estado acompañado de sus padres. Su madre, sin tantos prejuicios, «está orgullosa de mí». A su padre le ha costado más dar el paso, pero «dice que ha estado allí por mí». Quién sabe, deja Manuel abierta la puerta, «poco a poco todo va calando; el sacramento en sí ya es evangelización».

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