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miércoles, 12 de marzo de 2025

Noa creció entre los Testigos de Jehová, pero se va a bautizar en Pascua: «La primera vez que entré a rezar en una Iglesia me puse de rodillas, hablé con el corazón y sentí algo que nunca antes había sentido»


Noa -en la imagen en el Santuario de Lourdes- va a ser acogido en la Iglesia Católica en la Pascua de este año 2025 / Foto: Cortesía de Noa

* «Mi mejor amigo, Ismael, se hizo católico. Cuando se bautizó en 2023, empezó a hablarme de la Iglesia. Al principio era escéptico, pero luego empecé a interesarme. Es Él quien me llevó a Dios. Todavía tengo muchas preguntas, pero sé que por fin he encontrado el camino de la verdad»

Camino Católico.-  “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Estas palabras están siendo preparadas por miles de catecúmenos en todo el mundo para escucharlas en la noche de Pascua cuando recibirán el bautismo. Noa, que creció entre los Testigos de Jehová. Nos habla de su alegría al encontrar por fin las respuestas a sus preguntas.

Noa se educó en la fe desde muy pequeño. Pero no fue hasta los 22 años cuando, según dice, encontró por fin la verdad. Nacido en una familia de Testigos de Jehová, esta estudiante de administración en Narbona (Aude) estuvo muy implicado en la vida de su comunidad hasta los 17 años, a pesar de su particular entorno familiar. "Vengo de una familia mixta. Tengo un hermano y una hermana mayores, pero nuestros padres se separaron cuando yo tenía 9 años. Mi padre se volvió a casar y mi madre también empezó una nueva vida con otra persona", explica a Anna Ashkova en Aleteia

Mientras que su madre ha dejado de practicar su religión desde el divorcio, su padre ha seguido acudiendo a las reuniones de los Testigos de Jehová. "Iba con él cuando estaba en casa, pero cuando llegué a la adolescencia me fui alejando poco a poco. Lo que me molestaba de los Testigos de Jehová eran sus muchas prohibiciones. Estaba un poco harto de eso. En casa de mi madre ya no había obligaciones, uno quiere estar cómodo cuando es joven. Yo necesitaba libertad", recuerda. Una separación que decepcionó a su padre. Aunque el ambiente entre ambos fue tenso durante dos o tres meses, al final la elección de Noa no dañó su relación. Ahora tiene que contarle algo nuevo a su padre: la noche de Pascua se bautizará.

Si la familia es la primera escuela de santidad, como atestiguan los numerosos ejemplos de madres-padres-hijas-hijos que han llegado a ser santos, la amistad también parece ser un apoyo útil y beneficioso. Noa es la prueba viviente de ello.

"Mi mejor amigo, Ismael, se hizo católico. Cuando se bautizó en 2023, empezó a hablarme de la Iglesia. Al principio era escéptico, pero luego empecé a interesarme…", explica. A este testimonio vivo se añade el de las piedras. Gran amante de Francia, Noa empezó a preguntarse por el patrimonio de su país y por todas sus iglesias. "Me encanta todo lo relacionado con las iglesias, ya sean grandes o pequeñas: el ambiente, la belleza del lugar… Es tan maravilloso pensar que la gente fue capaz de crear estos lugares llenos de historia".

Ya había visitado iglesias para contemplar las vistas, pero un día experimentó una conversión no muy distinta a la de Charles Péguy. "La primera vez que entré a rezar, sentí algo que nunca antes había sentido. No sabía cómo rezar, pero me puse de rodillas en una pequeña iglesia de un pueblo cercano a Narbona y hablé con el corazón".

Noa no tardó en pedirle a su mejor amigo que le llevara a Misa. Así conoció al padre Marc-Olivier de Vaugiraud. "Me respondió a las muchas preguntas que ya había hecho a los testigos de Jehová y para las que no encontraba una respuesta satisfactoria. Sus respuestas me parecieron mucho más pertinentes. Era exactamente lo que esperaba. Todavía tengo muchas preguntas, pero sé que por fin he encontrado el camino de la verdad", dice Noa, que enseguida tuvo el deseo de bautizarse. Naturalmente, pidió a su amigo Ismaël que se convirtiera en su padrino. "Él fue quien me llevó a Dios, me apoya en todo". Juntos fueron a Lourdes el año pasado. "¡Fue magnífico! El Vía Crucis, la Misa, la basílica… ¡No me lo esperaba!"

Su decisión de recibir el bautismo fue bien acogida por su madre y sus hermanos, aunque hacía tiempo que se habían alejado de la fe. "Hablo con ellos de lo que estoy pasando. Me dicen que mientras sea feliz y me haga bien, debo seguir adelante. Sé que tarde o temprano me harán preguntas. Haré todo lo posible para que ellos también se unan a la Iglesia", promete el joven, que aplaza la discusión con su padre, deseoso de "encontrar las palabras y los argumentos adecuados". Aunque está deseando que llegue la noche de Pascua, también sabe que le espera una gran responsabilidad. "Es un verdadero cambio de vida el que he emprendido", concluye Noa, feliz.

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