* «El sacerdote, de hecho, es un amigo del Señor, llamado a vivir con Él una relación personal y confidencial, alimentada por la Palabra, la celebración de los sacramentos y la oración diaria. Esta amistad con Cristo es el fundamento espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida; nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el “sí” pronunciado al inicio de la vocación»
Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la meditación del Santo Padre
* «Nuestro tiempo nos desafía, muchos parecen haberse alejado de la fe, pero en lo profundo de muchas personas, especialmente de los jóvenes, hay sed de infinito y de salvación. Muchos experimentan como una ausencia de Dios, pero cada ser humano está hecho para Él, y el designio del Padre es hacer de Cristo el corazón del mundo»
Camino Católico.- “Sólo quien vive en amistad con Cristo y está impregnado de su Espíritu puede anunciar con autenticidad, consolar con compasión y guiar con sabiduría. Esto requiere escucha profunda, meditación y una vida interior rica y ordenada”. Lo ha subrayado el Papa León XIV en un encuentro internacional con los sacerdotes encargados de la pastoral vocacional y la formación en los seminarios, que se ha celebrado en el Auditorium Conciliazione de Roma, en el marco del Jubileo de los Seminaristas y de los Sacerdotes, en la tarde del miércoles 26 de junio.
El encuentro “Sacerdotes Felices” ha sido organizado por el Dicasterio para el Clero con el tema del Evangelio de Juan: “Los he llamado amigos”. También ha estado presente el Cardenal Lazzaro You Heung-sik, prefecto del Dicasterio vaticano, al que el Pontífice ha agradecido por su labor “amplia y preciosa”, que a menudo se desarrolla “en silencio y discreción”.
El Pontífice ha recordado a los numerosos sacerdotes mártires, ha pedido una formación que fuera un camino de relación con el Señor y ha hablado de la crisis vocacional, afirmando que “Dios sigue llamando”. La invitación es a crear “ambientes y formas de pastoral juvenil imbuidas del Evangelio”, ya que muchos jóvenes parecen estar lejos de la fe.
El Papa León XIV ha llegado poco después de las 17:00 h, tras regresar de la Secretaría General del Sínodo, donde se ha reunido con los miembros del Consejo Ordinario. Entra por la escalera central del Auditorio y es recibido con una larga ovación por las aproximadamente 1700 personas presentes, acompañada de los habituales gritos de "¡Viva el Papa!" y "¡Papa León XIII!". En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO INTERNACIONAL
Sacerdotes felices: «Os he llamado amigos» (Jn 15,15)
PROMOVIDO POR EL DICASTERIO PARA EL CLERO
Auditorio de la Conciliazione, Roma
Jueves, 26 de junio de 2025
Comencemos con la señal de la cruz, ya que todos estamos aquí porque Cristo, que murió y resucitó, nos ha dado la vida y nos ha llamado a servir. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡La paz esté con ustedes!
[Saludo del cardenal Lazzaro You Heung-sik, Prefecto del Dicasterio para el Clero]
Queridos hermanos en el sacerdocio,
queridos formadores, seminaristas, animadores vocacionales, amigos en el Señor:
Es para mí una gran alegría estar hoy aquí con ustedes. En el corazón del Año Santo, juntos queremos dar testimonio de que es posible ser sacerdotes felices, porque Cristo nos ha llamado, Cristo nos ha hecho sus amigos (cf. Jn 15,15); es una gracia que queremos acoger con gratitud y responsabilidad.
Deseo agradecer al cardenal Lazzaro y a todos los colaboradores del Dicasterio para el Clero por su servicio generoso y competente; un trabajo vasto y valioso, que a menudo se lleva a cabo en silencio y con discreción y que produce frutos de comunión, formación y renovación.
Con este momento de intercambio fraterno, un intercambio internacional, podemos valorizar el patrimonio de experiencias ya maduradas, fomentando la creatividad, la corresponsabilidad y la comunión en la Iglesia, para que lo que se siembra con dedicación y generosidad en tantas comunidades pueda convertirse en luz y estímulo para todos.
Las palabras de Jesús: «Yo los llamo amigos» (Jn 15,15) no sólo son una declaración afectuosa hacia los discípulos, sino una auténtica clave para comprender el ministerio sacerdotal. El sacerdote, de hecho, es un amigo del Señor, llamado a vivir con Él una relación personal y confidencial, alimentada por la Palabra, la celebración de los sacramentos y la oración diaria. Esta amistad con Cristo es el fundamento espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida; nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el “sí” pronunciado al inicio de la vocación.
En particular, queridos hermanos, me gustaría extraer tres implicaciones de esta palabra clave para la formación al ministerio sacerdotal.
En primer lugar, la formación es un camino de relación. Convertirse en amigos de Cristo significa formarse en la relación, no sólo en las competencias. La formación sacerdotal, por lo tanto, no puede reducirse a la adquisición de nociones, sino que es un camino de familiaridad con el Señor que involucra a toda la persona: el corazón, la inteligencia, la libertad, y la moldea a imagen del Buen Pastor. Sólo quien vive en amistad con Cristo y está impregnado de su Espíritu puede anunciar con autenticidad, consolar con compasión y guiar con sabiduría. Esto requiere una escucha profunda, meditación y una vida interior rica y ordenada.
En segundo lugar, la fraternidad es un estilo esencial de la vida presbiteral. Convertirse en amigos de Cristo implica vivir como hermanos entre sacerdotes y entre obispos, no como competidores o de forma individualista. La formación debe ayudar a construir vínculos sólidos en el presbiterio como expresión de una Iglesia sinodal, en la que se crece juntos compartiendo las fatigas y las alegrías del ministerio. De hecho, ¿cómo podríamos nosotros, ministros, ser constructores de comunidades vivas, si no reinara ante todo entre nosotros una fraternidad efectiva y sincera?
Además, formar sacerdotes amigos de Cristo significa formar hombres capaces de amar, escuchar, orar y servir juntos. Por eso es necesario especialmente cuidar la preparación de los formadores, porque la eficacia de su trabajo depende ante todo del ejemplo de vida y de la comunión entre ellos. La misma institución de los seminarios nos recuerda que la formación de los futuros ministros ordenados no puede llevarse a cabo de manera aislada, sino que requiere la participación de todos los amigos y las amigas del Señor que viven como discípulos misioneros al servicio del Pueblo de Dios.
A este respecto, quisiera decir también unas palabras sobre las vocaciones. A pesar de los signos de crisis que atraviesan la vida y la misión de los presbíteros, Dios sigue llamando y permanece fiel a sus promesas. Es necesario que haya espacios adecuados para escuchar su voz. Por eso son importantes los ambientes y las formas de pastoral juvenil impregnadas del Evangelio, donde puedan manifestarse y madurar las vocaciones a la entrega total de sí. ¡Tengan el valor de hacer propuestas fuertes y liberadoras! Al mirar a los jóvenes que en nuestro tiempo dicen su generoso “aquí estoy” al Señor, todos sentimos la necesidad de renovar nuestro “sí”, de redescubrir la belleza de ser discípulos misioneros en el seguimiento de Cristo, el Buen Pastor.
Queridos hermanos, celebramos este encuentro en la víspera de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: es de esta “zarza ardiente” de donde proviene nuestra vocación; es de esta fuente de gracia de donde queremos dejarnos transformar.
La Encíclica del Papa Francisco Dilexit nos, si bien es un don precioso para toda la Iglesia, lo es de manera especial para nosotros, los sacerdotes. Esta nos interpela con fuerza, nos pide que custodiemos juntos la mística y el compromiso social, la contemplación y la acción, el silencio y el anuncio. Nuestro tiempo nos desafía, muchos parecen haberse alejado de la fe, pero en lo profundo de muchas personas, especialmente de los jóvenes, hay sed de infinito y de salvación. Muchos experimentan como una ausencia de Dios, pero cada ser humano está hecho para Él, y el designio del Padre es hacer de Cristo el corazón del mundo.
Por eso queremos recuperar juntos el impulso misionero. Una misión que propone con valentía y amor el Evangelio de Jesús. A través de nuestra acción pastoral, es el Señor mismo quien cuida de su rebaño, reúne a los dispersos, se inclina sobre los heridos, sostiene a los desanimados. Imitando el ejemplo del Maestro, crecemos en la fe y nos convertimos así en testigos creíbles de la vocación que hemos recibido. Cuando uno cree, se nota, la felicidad del ministro refleja un verdadero encuentro con Cristo, que lo sostiene en la misión y en el servicio.
Queridos hermanos en el sacerdocio, ¡gracias a ustedes que han venido desde lejos! Gracias a cada uno por su entrega cotidiana, especialmente en los lugares de formación, en las periferias existenciales y en los lugares difíciles, a veces peligrosos. Al recordar a los sacerdotes que han dado su vida, incluso hasta derramar su sangre, renovamos hoy nuestra disponibilidad a vivir sin reservas un apostolado de compasión y alegría.
¡Gracias por lo que son!, porque recuerdan a todos que es hermoso ser sacerdotes, y que cada llamada del Señor es ante todo una llamada a su alegría. No somos perfectos, pero somos amigos de Cristo, hermanos entre nosotros e hijos de su tierna Madre María, y esto nos basta.
Dirijámonos al Señor Jesús, a su Corazón misericordioso que arde de amor por cada persona. Pidámosle la gracia de ser discípulos misioneros y pastores según su voluntad: buscando a los que están perdidos, sirviendo a los pobres, guiando con humildad a los que nos han sido confiados. Que su Corazón inspire nuestros planes, transforme nuestros corazones y nos renueve en la misión. Los bendigo con afecto y rezo por todos ustedes.
[Un sacerdote le pregunta al Santo Padre si puede abrazarlo]
¡Que sea uno que represente a todos!, porque después los demás también querrán un abrazo. ¿Están de acuerdo? [Los sacerdotes responden: ¡Sí!] ¡Uno en nombre de todos! Entonces, ¡uno en nombre de todos!
[en español] ¡Que levante la mano quien viene de América Latina!
[en inglés] ¿Cuántos vienen de África?... ¿Cuántos de Asia?... ¿De Europa?... ¿De Estados Unidos?...
[Llega el sacerdote, se presenta y abraza al Santo Padre]
En representación de todos los presentes en este momento.
[en español] Para concluir, proponemos un momento de oración. [en italiano] Un momento muy breve, pero lo que he dicho antes en mis palabras es muy importante. Quiero subrayar la importancia de la vida espiritual del sacerdote. Tantas veces, cuando necesitamos ayuda: busquen un buen «acompañante», un director espiritual, un buen confesor. Nadie aquí está solo. Y aunque estés trabajando en la misión más lejana, ¡nunca estás solo! Traten de vivir lo que el Papa Francisco llamaba tantas veces la «cercanía»: cercanía con el Señor, cercanía con el obispo o el superior religioso, y cercanía también entre ustedes, porque realmente deben ser amigos, hermanos; vivir esta hermosa experiencia de caminar juntos sabiendo que estamos llamados a ser discípulos del Señor. Tenemos una gran misión y juntos podemos llevarla a cabo. Contemos siempre con la gracia de Dios, también con mi cercanía, y juntos podremos ser verdaderamente esta voz en el mundo. ¡Gracias!
Entonces, recemos juntos: Padre nuestro...
Y a María, nuestra Madre, digamos: Ave María...
[Bendición]
¡Felicidades a todos! ¡Que Dios los bendiga siempre!
Papa León XIV
Fotos: Vatican Media, 26-6-2025
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