* «No soy un místico, ni estoy hablando de una experiencia mágica, ¡pero fue un milagro, una comunicación entre Dios y yo! Solo sabía que alguien más estaba en la Iglesia ese día y que se estaba acercando a mí. Escuché una voz que me respondió, escuché cada palabra claramente sin poder discernir quién lo decía. Alguien me hablaba de una forma tranquila y pacífica y me vi obligado a escuchar. Esta experiencia de estar con Cristo fue el catalizador que me movió a abrazar la Iglesia católica, un punto de inflexión en mi vida y el comienzo de mi conversión al catolicismo. Llegue a comprender por la razón y la fe no solo el significado de Cristo en la Eucaristía, sino también el de Cristo vivo en las Hostias consagradas, verdaderamente presente en cada tabernáculo, en cada Iglesia católica en el mundo hasta el fin de los tiempos»