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jueves, 17 de octubre de 2024

Elisa se quedó viuda y con 5 hijos: «He vivido con esperanza mirando a Cristo y su amor ilimitado hacia mí»

Camino Católico.- Elisa perdió a su marido en una semana víctima del cáncer y se quedó viuda con cinco hijos. Ella ha compartido su testimonio en el encuentro de inicio de curso de la Diócesis de Getafe, que se celebró el pasado 5 de octubre en la Basílica del Sagrado Corazón, en el Cerro de los Ángeles.

"Mi vida era una especie de gincana”, señala y destaca que su esperanza no es un optimismo humano: "la esperanza cristiana mira a la fuente, a Cristo, porque la realidad no cambia; mi marido no ha resucitado. La esperanza diaria no es querer que desaparezcan las dificultades, sino vivir en la promesa del amor ilimitado de Dios y en la vida eterna, en sentir su presencia cada día" remarca.


Elisa dice que “viviéndolo en mi vida he experimentado  que la virtud de la esperanza nace cuando uno se da cuenta de que solo una acción de lo alto puede salvarte. La esperanza viene de lo alto porque la esperanza en el fondo no deja de ser  como un deseo de conseguir aquello que me supera que está muy lejos y muy por encima de lo que son mis posibilidades humanas. La esperanza cristiana no es el optimismo humano que en el fondo lo que espera es que cambie la realidad y te dice no te preocupes que todo va a cambiar”.


Y cuenta el difícil momento que vivió: “A mi marido le diagnosticaron un tumor y con 45 años muere de cáncer en menos de una semana y se fue al cielo. Me quedé viuda un 23 de diciembre con cinco hijos, la más pequeña de 2 años. Incineraron a mi esposo el 24 diciembre, día en que se iba a abrir el jubileo de la esperanza, lo que viéndolo con ojos humanos no deja de ser hasta casi humanamente cruel”.


Ante esta situación remarca que “el optimismo nos habla de que la realidad va a cambiar y la esperanza cristiana no ve el vaso ni medio lleno, ni medio vacío, sino que mira a la Fuente, a Cristo, porque la realidad no cambia; mi marido no ha resucitado. Aunque mi hija en una peregrinación me miró y me dijo: ‘mamá, ¿y si le pedimos a la virgen con mucha fuerza que papá vuelva?’ Y yo la tuve que abrazar muy fuerte y decirle: ‘Pues a lo mejor el Señor no quiere que papá vuelva’”.


El testimonio de un católico debe ser coherente para Elisa que señala: “Cuando tenemos que acompañar a mucha gente que vive que su realidad no cambia, tenemos que ser honestos y elevar la mirada. La esperanza exige apoyarse en alguien que es muchísimo más grande que nosotros, alguien que nos levanta allá donde yo no me puedo levantar porque la esperanza no defrauda. La única forma de vivir sin desesperanza es apoyarse completamente en el Señor y saber que Él va a cumplir su promesa que es su amor ilimitado hacia mí hoy y desde toda la eternidad. Su promesa es el paraíso, la vida eterna”.