Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

lunes, 30 de septiembre de 2024

Oración a San Jerónimo por una sincera conversión al Evangelio de la Salvación

Camino Católico.- Cada 30 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de  San Jerónimo, sacerdote y Doctor de la Iglesia. Este santo es célebre por su traducción de la Biblia a la forma de latín más común de su tiempo (la Vulgata).

Jerónimo comenzó su ministerio sacerdotal como ermitaño llevando una vida de asceta a las afueras de Antioquía. Más tarde, Jerónimo viajó a Constantinopla, donde entabló amistad con san Gregorio de Nacianzo, junto a quien estudió las Sagradas Escrituras. En el año 380 emprendió el camino a Roma.

En el concilio de 382 Jerónimo destacó por la extensión de su saber y la seguridad de su doctrina, a tal punto que el Papa Dámaso decidió tomarlo como secretario. Luego le dio el encargo de traducir la Biblia a partir de una serie de textos en latín antiguo.

Es entonces cuando emprende sus trabajos sobre la Sagrada Escritura, creciendo su reputación de ciencia y de santidad, con lo que atrajo a toda una élite de la sociedad romana, en particular damas nobles con las que mantenía una correspondencia altamente espiritual en la que les explicaba las escrituras.

Pero, a la muerte del Papa Dámaso (año 384), las envidias y los rencores estallaron contra Jerónimo, cuyas violentas invectivas contra los abusos y los desórdenes lo habían hecho antipático. Decide partir a Chipre y Antioquía, con la intención de llegar a Tierra Santa junto a su hermano Pauliniano y un grupo de fieles, donde vivió en Belén, donde luego de muchas penurias y luchas contra los herejes, murió el 30 de septiembre del año 420.

También es “famoso por ser uno de nuestros santos más cascarrabias”, por hablar sin pelos en la lengua y por crearse enemigos allá donde fuera.

El ascetismo de Jerónimo fue lo que le salvó, según dijo de él un obispo mientras miraba un cuadro en el que aparecía Jerónimo golpeando su pecho con una piedra:

“Haces bien llevando esa piedra, pues sin ella la Iglesia nunca te habría canonizado” (Vidas de los santos, de Alban Butler).

Aquí hay 10 ingeniosas citas de san Jerónimo que ayudan a valorar la vida de este hombre que nos entregó la Vulgata:

1) "La ignorancia en las Escrituras es ignorancia de Cristo"

2) "Empieza a ser ahora lo que serás de aquí en adelante"

3) "El rostro es el espejo de la mente, y los ojos, sin hablar, confiesan los secretos del corazón"

4) "Requiere tiempo buscar un amigo, rara vez lo encontramos y con gran dificultad lo conservamos"

5) "En vano canta la lira para el asno"

6) "Todo debe incluir un agudo condimento de verdad"

7) "Que tus acciones no desmientan tus palabras, para que no suceda que, cuando prediques en la Iglesia, alguien en su interior comente: ‘¿por qué entonces tú no actúas así?’"

8) "Huye como de una peste del clérigo que se dedica a los negocios, del que viniendo de la pobreza se ha hecho rico, y del desconocido que ha pasado a ser famoso"

9) "Es aún peor ser ignorante de la ignorancia de uno"

10) "¡Qué curioso maestro el que, con el estómago lleno, diserta sobre el ayuno!"

Pidamos a San Jerónimo una sincera conversión al Evangelio de la Salvación con esta oración:

Oh San Jerónimo, que en tu vida mortal acogiste la mirada misericordiosa del Señor, y con el apoyo maternal de María Santísima fuiste renovado en la vida de la gracia, danos tu protección y alcánzanos de Dios una sincera conversión al Evangelio de la Salvación. Gloria al Padre… 

Oh San Jerónimo, tú que has sido para huérfanos y necesitados una verdadera llama del amor divino, aliviándolos en sus miserias y penalidades, haz que, por tu ejemplo, aprendamos a acoger también nosotros a nuestro prójimo con la misma caridad con la que Cristo nos ha amado. Gloria al Padre…

Oh san Jerónimo, que a lo largo de tu vida has revelado a los hombres la misericordia y la ternura de Dios,  acogiendo a niños y jóvenes y enseñándoles el camino del cielo, acoge y guía también a nuestra juventud y protégela de todo mal. Gloria al Padre...

Oh San Jerónimo, que en tu vida mortal, como buen Samaritano, has asistido con amor de padre a toda persona enferma de alma o cuerpo, socorre con tus oraciones y con tu paternal intercesión a todos nuestros hermanos enfermos, dándoles la fuerza y el valor necesario para aceptar y vivir en la fe este momento de dolor, y para que puedan verse pronto libres de la enfermedad; y, recuperada la paz y la salud, puedan alabarte en tu templo Gloria al Padre... 

A los sacerdotes nos "pesan" las almas, sobre todo las más sufridas. No desperdicies las gracias que el Señor te da en vida, serán tu seguridad para la vida eterna / Por P. Carlos García Malo

 

domingo, 29 de septiembre de 2024

Papa Francisco en homilía, en Bélgica: 29-9-2024: «Imitemos el testimonio de la beata Ana de Jesús que con su vida sencilla, pobre, de oración, de trabajo y caridad supo traer de nuevo a la fe a tantas personas»

 * «Nosotros no somos enviados a llevar el Evangelio al mundo por nuestros méritos, sino por la gracia de Dios, por su misericordia y por la confianza que, más allá de todos nuestros límites y pecados, Él continúa poniendo en nosotros con amor de Padre, viendo en nosotros lo que nosotros mismos no alcanzamos a vislumbrar. Por esto nos llama, nos envía y nos acompaña pacientemente cada día. Y entonces, si queremos cooperar, con amor abierto y premuroso, a la acción libre del Espíritu sin ser motivo de escándalo, de obstáculo a nadie con nuestra presunción y nuestra rigidez, necesitamos realizar nuestra misión con humildad, gratitud y alegría. No debemos resentirnos, sino más bien alegrarnos de que también otros puedan hacer lo que nosotros hacemos, para que crezca el Reino de Dios y para reunirnos todos unidos, un día, en los brazos del Padre»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa 

* «Se lo pido a todos: no encubran los abusos. Se lo pido a los obispos: no encubran los abusos. Condenen a los abusadores y ayúdenles a curarse de esta enfermedad del abuso. El mal no se debe esconder, el mal debe ser sacado a la luz, que se dé a conocer, como lo han denunciado algunos abusados valientemente. Que se dé a conocer. Y que sea juzgado el abusador, sea laica, laico, sacerdote u obispo» 

29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  Uno de los actos principales de la visita del Papa Francisco a Bélgica ha sido la beatificación de la española Ana de Jesús, monja carmelita del siglo XVII y fiel compañera de Santa Teresa de Jesús, cuyos restos se encuentran en Bruselas tras haber realizado en esta zona de Europa varias fundaciones de carmelos.

Durante la misa celebrada en el estadio Rey Balduino de Bruselas, con la presencia de unas 40.000 personas, el Papa ha beatificado a Ana de Jesús. En su homilía, el Santo Padre ha elogiado a la beata Ana de Jesús por dar testimonio de la fe cristiana a través de la pobreza, la oración y la caridad, especialmente en un tiempo “marcado por dolorosos escándalos”. “Acojamos con gratitud el ejemplo que nos ha dado de ‘estilos femeninos de santidad’, suaves pero fuertes”, ha invitado. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Viaje apostólico a Bélgica:  

SANTA MISA CON EL RITO DE BEATIFICACIÓN DE ANA DE JESÚS


HOMILÍA DEL SANTO PADRE


Estadio Rey Balduino de Bruselas

Domingo, 29 de septiembre de 2024


«Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar» (Mc 9,42). Con estas palabras, dirigidas a los discípulos, Jesús pone en guardia del peligro de escandalizar, es decir, de obstaculizar el camino y lastimar la vida de los “pequeños”. Es una admonición fuerte, una admonición severa, sobre la que debemos detenernos a reflexionar. Quisiera hacerlo con ustedes, a la luz de otros textos sagrados, a través de tres palabras clave: apertura, comunión y testimonio.

Iniciamos con apertura. Nos han hablado de ella la primera Lectura y el Evangelio, mostrándonos la acción libre del Espíritu Santo que, en la narración del Éxodo, llena de su don de profecía no sólo a los ancianos que habían ido con Moisés a la tienda del encuentro, sino también a dos hombres que se habían quedado en el campamento.

Esto nos hace pensar porqué, si en un primer momento era escandalosa su ausencia en el grupo de los elegidos, después del don del Espíritu era escandaloso prohibirles ejercer la misión que, a pesar de ello, habían recibido. Bien lo comprende Moisés, hombre humilde y sabio, que con mente y corazón abiertos dice: «¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su espíritu!» (Nm 11,29). Hermoso auspicio.

Son palabras sabias, que preludian lo que Jesús afirma en el Evangelio (cf. Mc 9,38-43.45.47-48). Aquí la escena se desarrolla en Cafarnaúm, y los discípulos quisieran a su vez impedir a un hombre expulsar los demonios en el nombre del Maestro, porque —afirman— «no es de los nuestros» (Mc 9,38), es decir, “no pertenece a nuestro grupo”. Ellos piensan así: “Quien no nos sigue, quien no es ‘de los nuestros’, no puede hacer milagros, no tiene el derecho”. Pero Jesús los sorprende —como siempre, Jesús siempre nos sorprende— y a estos los sorprende y los reprende, invitándolos a ir más allá de sus esquemas, a no “escandalizarse” de la libertad de Dios. Les dice: «No se lo impidan […], el que no está contra nosotros, está con nosotros» (Mc 9,39-40).

Observemos bien estas dos escenas, la de Moisés y la de Jesús, porque nos conciernen también a nosotros y a nuestra vida cristiana. Todos, de hecho, con el bautismo, hemos recibido una misión en la Iglesia. Pero se trata de un don, no de un motivo de orgullo. La comunidad de los creyentes no es un círculo de privilegiados, es una familia de salvados, y nosotros no somos enviados a llevar el Evangelio al mundo por nuestros méritos, sino por la gracia de Dios, por su misericordia y por la confianza que, más allá de todos nuestros límites y pecados, Él continúa poniendo en nosotros con amor de Padre, viendo en nosotros lo que nosotros mismos no alcanzamos a vislumbrar. Por esto nos llama, nos envía y nos acompaña pacientemente cada día.

Y entonces, si queremos cooperar, con amor abierto y premuroso, a la acción libre del Espíritu sin ser motivo de escándalo, de obstáculo a nadie con nuestra presunción y nuestra rigidez, necesitamos realizar nuestra misión con humildad, gratitud y alegría. No debemos resentirnos, sino más bien alegrarnos de que también otros puedan hacer lo que nosotros hacemos, para que crezca el Reino de Dios y para reunirnos todos unidos, un día, en los brazos del Padre.

Y esto nos lleva a la segunda palabra: comunión. De esta nos habla Santiago en la segunda Lectura (cf. St 5,1-6) con dos imágenes fuertes: las riquezas que corrompen (cf. v. 3) y las protestas de los cosechadores que llegan a los oídos del Señor (cf. v. 4). Nos recuerda, así, que el único camino de la vida es el del don, del amor que une en el compartir. El camino del egoísmo genera sólo cerrazón, muros y obstáculos —“escándalos”, precisamente— encadenándonos a las cosas y alejándonos de Dios y de los hermanos.

El egoísmo, como todo lo que impide la caridad, es “escandaloso” porque aplasta a los pequeños, humillando la dignidad de las personas y sofocando el clamor de los pobres (cf. Sal 9,13). Y esto valía tanto en los tiempos de san Pablo como hoy para nosotros. Cuando en la base de la vida de los individuos y de las comunidades se ponen únicamente los principios de interés y las lógicas del mercado (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 54-58), se crea un mundo en el que ya no hay espacio para quien está en dificultad, ni hay misericordia para quien se equivoca, ni compasión para quien sufre y no es capaz. No hay.


Pensemos a lo que ocurre cuando los pequeños son escandalizados, golpeados, abusados por aquellos que debieran cuidarlos; a las heridas de dolor e impotencia en primer lugar de las víctimas, pero también de sus familiares y de la comunidad. Con la mente y con el corazón, vuelvo a las historias de algunos de estos “pequeños” que he encontrado antier. Los he escuchado, he escuchado su sufrimiento por haber sido abusados y lo repito aquí: en la Iglesia hay lugar para todos, todos, todos, pero todos seremos juzgados y no hay lugar para el abuso, no hay lugar para el encubrimiento del abuso. Se lo pido a todos: no encubran los abusos. Se lo pido a los obispos: no encubran los abusos. Condenen a los abusadores y ayúdenles a curarse de esta enfermedad del abuso. El mal no se debe esconder, el mal debe ser sacado a la luz, que se dé a conocer, como lo han denunciado algunos abusados valientemente. Que se dé a conocer. Y que sea juzgado el abusador, sea laica, laico, sacerdote u obispo. Que sea juzgado.

La Palabra de Dios es clara, nos dice que las “protestas de los cosechadores” y el “clamor de los pobres” no se pueden ignorar, no se pueden cancelar, como si fuesen una nota desafinada en un concierto perfecto del mundo del bienestar, ni se pueden atenuar con alguna forma de asistencialismo de fachada. Al contrario, son la voz viva del Espíritu, nos recuerdan quiénes somos —todos somos pobres pecadores, todos, el primero yo—; y las personas abusadas son un clamor que sube al cielo, que toca el alma, que nos hace avergonzarnos y nos llama a convertirnos. No obstaculicemos la voz profética, silenciándola con nuestra indiferencia. Escuchemos lo que nos dice Jesús en el Evangelio: lejos de nosotros el ojo escandaloso, que ve al indigente y se vuelve para otro lado. Lejos de nosotros la mano escandalosa, que cierra el puño para esconder sus tesoros y se esconde ávida en los bolsillos. Mi abuela decía: “El diablo entra por los bolsillos”. Esa mano que golpea para cometer un abuso sexual, un abuso de poder, un abuso de conciencia contra aquel que es más débil. ¡Y cuántos casos de abuso tenemos en nuestra historia, en nuestra sociedad! Lejos de nosotros el pie escandaloso, que corre veloz no para hacerse cercano a quien sufre, sino para “pasar de largo” y permanecer a distancia. Fuera todo esto; ¡lejos de nosotros! Así no se construye nada bueno ni sólido. Y una pregunta que me gusta hacer a las personas: “¿Das limosna? —Sí, Padre, sí. —Y dime, cuando das limosna, ¿tocas la mano de la persona indigente o se la arrojas y miras para otro lado? ¿Miras a los ojos de las personas que sufren? Pensemos en esto.

Si queremos sembrar para el futuro, también en el ámbito social y económico, nos hará bien volver a poner como fundamento de nuestras decisiones el Evangelio de la misericordia. Jesús es la misericordia. Todos nosotros, todos, hemos sido misericordiati. De otro modo, por más que aparezcan imponentes, los monumentos de nuestra opulencia serán siempre colosos con los pies de barro (cf. Dn 2,31-45). No nos engañemos, sin amor nada dura, todo se desvanece, se derrumba, y nos deja prisioneros de una vida evasiva, vacía y sin sentido, de un mundo inconsistente que, más allá de las fachadas, ha perdido toda credibilidad. ¿Por qué?, porque ha escandalizado a los pequeños.

Y así llegamos a la tercera palabra: testimonio. La Iglesia belga tiene una rica historia de ejemplos de santidad. Pensemos en santa Gúdula, patrona del país (650-712 aprox.), en san Guido de Anderlecht, el peregrino amigo de los pobres (+1012), en san Damián de Veuster, más conocido como Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos (1840-1889). Y también en tantos misioneros y misioneras belgas que a lo largo de los siglos han anunciado el Evangelio en diversas partes del mundo, en algunos casos hasta el sacrificio de la vida.

En esta próspera tierra pudo florecer también el testimonio de la monja carmelita Ana de Jesús, Ana de Lobera, de quien hoy celebramos la beatificación. Esta mujer estuvo entre las protagonistas, en la Iglesia de su tiempo, de un gran movimiento de reforma, tras las huellas de una “gigante del espíritu” —Teresa de Jesús—, del que difundió los ideales en España, en Francia y también aquí, en Bruselas, y en aquellos que entonces se llamaban los Países Bajos Españoles.

En un tiempo marcado por escándalos dolorosos, dentro y fuera de la comunidad cristiana, ella y sus compañeras, con su vida sencilla y pobre, hecha de oración, de trabajo y de caridad, supieron traer de nuevo a la fe a tantas personas, hasta el punto de que alguno definió su fundación en esta ciudad como un “imán espiritual”.

Por elección, no ha dejado escritos. Se comprometió más bien en poner en práctica lo que ella a su vez había aprendido (cf. 1 Co 15,3), y con su modo de vivir contribuyó a realzar la Iglesia en un momento de gran dificultad.

Acojamos, por tanto, con gratitud el modelo de “santidad femenina” que nos ha dejado (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 12), al mismo tiempo delicado y fuerte. Su testimonio, junto al de tantos hermanos y hermanas que nos han precedido, nuestros amigos y compañeros de viaje, no está lejos de nosotros, sino que está cerca; es más, se nos confía para que también lo hagamos nuestro, renovando el compromiso de caminar juntos tras las huellas del Señor.  

Francisco



Fotos: Vatican Media, 29-9-2024

Papa Francisco en el Ángelus, en Bélgica, 29-9-2024: «Por intercesión de la Virgen María, pidamos a Dios el don de la paz para el Líbano, la martirizada Ucrania, Palestina e Israel, Sudán, Myanmar y todos los pueblos»

* «Quisiera darles una noticia. A mi regreso a Roma iniciaré el proceso de beatificación del Rey Balduino, que con su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes. Les pido a los obispos belgas que se comprometan por llevar adelante esta causa»

    

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Renuevo a Europa y a la Comunidad internacional mi llamado a considerar el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en fraternidad e invito a todos a ver en cada hermano y hermana migrante el rostro de Jesús que se ha hecho huésped y peregrino entre nosotros» 

29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  El Papa Francisco, que sigue «con dolor y gran preocupación» la ampliación e intensificación del conflicto en el Líbano, no se cansa de expresar su firme deseo de que se resuelvan los conflictos en el mundo, que ahora se ha convertido en un polvorín. Fueron sus palabras al final de la celebración eucarística con Beatificación en el Estadio Rey Balduino, en Bruselas, al final de su 46 viaje apostólico.

En particular, la escalada de la guerra en el país de los cedros ha ocupa el pensamiento y las oraciones de Francisco al rezar el Ángelus, en el que también se ha referido a la Jornada del Emigrante y del Refugiado y ha anunciado la apertura del proceso de beatificación del rey Balduino. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO

A BÉLGICA:

ÁNGELUS


Estadio “Rey Balduino” (Bruselas)


Domingo, 29 de septiembre de 2024


Agradezco al arzobispo sus amables palabras. Expreso un sentido agradecimiento a sus majestades, el rey y la reina, así como a sus altezas reales, el gran duque y la gran duquesa de Luxemburgo, por su presencia y por la acogida de estos días.


Y extiendo también mi agradecimiento a todos aquellos que, de múltiples maneras, colaboraron en la organización de esta visita; de modo especial a los ancianos y enfermos que han ofrecido sus plegarias.


Hoy se celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema “Dios camina con su pueblo”. Desde este país, Bélgica, que ha sido y sigue siendo aún hoy meta de tantos emigrantes, renuevo a Europa y a la Comunidad internacional mi llamado a considerar el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en fraternidad e invito a todos a ver en cada hermano y hermana migrante el rostro de Jesús que se ha hecho huésped y peregrino entre nosotros.


Sigo con dolor y gran preocupación el crecimiento e intensificación del conflicto en el Líbano. El Líbano es un mensaje, pero en este momento es un mensaje de dolor, y esta guerra tiene efectos devastadores sobre la población. Muchas, demasiadas personas, continúan muriendo día tras día en Oriente Medio. Oremos por las víctimas, por sus familias, recemos por la paz. Pido a todas las partes en conflicto un alto el fuego inmediato en el Líbano, en Gaza, en el resto de Palestina y en Israel. Que se liberen los rehenes y se permita la ayuda humanitaria. No olvidemos la lastimada Ucrania.


Les agradezco también a todos los que han venido de Holanda, Alemania y Francia para compartir esta jornada. Gracias a todos.


En este momento quisiera darles una noticia. A mi regreso a Roma iniciaré el proceso de beatificación del Rey Balduino, que con su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes. Les pido a los obispos belgas que se comprometan por llevar adelante esta causa. 


Dirijámonos ahora a la Virgen María rezando juntos el Ángelus. Esta oración, muy popular en las generaciones pasadas, merece redescubrirse. Es una síntesis del misterio cristiano, que la Iglesia nos enseña a introducir en medio de nuestras ocupaciones cotidianas. Se la entrego especialmente a los jóvenes, y a todos los encomiendo a nuestra Madre Santísima que aquí, junto al altar, es representada como Sede de la Sabiduría. Sí, necesitamos de la sabiduría del Evangelio. Pidámosla con frecuencia al Espíritu Santo.


Y, por intercesión de la Virgen María, pidamos a Dios el don de la paz para la martirizada Ucrania, para Palestina e Israel, para Sudán, Myanmar y todos los pueblos heridos a causa de la guerra.


¡Gracias a todos! Y adelante, “en route, avec Espérance”.



Oración del Ángelus:                         


Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.



Francisco



Fotos: Vatican Media, 29-9-2024

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de beatificación de Ana de Jesús, en Bélgica, 29-9-2024

Foto: Vatican Media, 29-9-2024

29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  El Papa Francisco ha presidido la mañana de este domingo la Santa Misa de clausura de su viaje a Bélgica, con el rito de Beatificación de la Sierva de Dios Ana de Jesús, y en su homilía ha pedido no encubrir los abusos y que “se juzgue al abusador, sea laica, laico, sacerdote u obispo”. La Eucaristía se ha celebrado en el Estadio Rey Babuino, ante unos 40.000 fieles presentes. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.


Además, centrándose en la beatificación de Ana de Jesús ha señalado en la homilía que “su testimonio se nos confía para que también lo hagamos nuestro, renovando el compromiso de caminar juntos tras las huellas del Señor… En un tiempo marcado por escándalos dolorosos, dentro y fuera de la comunidad cristiana, ella y sus compañeras, con su vida sencilla y pobre, hecha de oración, de trabajo y de caridad, supieron traer de nuevo a la fe a tantas personas, hasta el punto de que alguno definió su fundación en esta ciudad como un ‘imán espiritual’”.