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Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

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jueves, 28 de mayo de 2009

Ángel de Fana, ex-preso político cubano*: “En la cárcel los comunistas no lograron quitarnos la fe”
-"La Iglesia tiene que ser mártir"
28 de mayo de 2009.- Pasó veinte años en las cárceles de Castro, y durante ese tiempo hizo huelgas de hambre, se negó a ponerse uniforme (buena parte de la condena la cumplió en calzoncillos) y a sus carceleros nunca los llamó “combatientes”, sino “guardias”. Era un preso plantado. En su tarjeta de visita explica qué es ese término: “Plantado es todo aquel que luche por la libertad y la democracia de Cuba en forma digna”.

(Gonzalo Altozano / Alba) -Después de veinte años en las cárceles de Castro se hará una idea de cómo es el infierno, ¿no?
-La cárcel no es el infierno porque en ella también está Dios. Además, en el infierno uno no tiene amigos y allá dentro sí. Y luego están las pequeñas satisfacciones que no hay en el infierno.

-¿Por ejemplo?
-La visita de los familiares, cuando te llega una carta, las risas con los compañeros…

-¿Lograron arrancarles la fe?
-Eso es algo que nunca consiguieron los comunistas. Siempre nos mantuvimos como Iglesia. Ya le digo que Dios estaba con nosotros.

-¿Lo estaba también el clero?
-A pesar de que al principio de la revolución la Iglesia Católica fue la institución que más militó contra Castro, pronto llegaron las persecuciones y, con ellas, el apaciguamiento de los obispos.

-¿Les provocaba eso resentimiento?
-Aunque hubiera presos a los que les costase hacerlo, siempre se rezó por los obispos. Siempre.

-¿Qué modelo les hubiera gustado que hubiese seguido la jerarquía?
-El de la Iglesia polaca bajo los comunistas o el de la nicaragüense cuando los sandinistas.

-Hubiera sido una Iglesia mártir.
-Es lo que tiene que ser la Iglesia; mejor eso que acomodarse para sobrevivir.

-¿Conoció mártires en la cárcel?
-Si tuviera que decir un nombre, diría el de Julio Tang, militante de la Juventud Obrera Católica, al que asesinaron de un bayonetazo. Julio fue un ejemplo de mártir político y religioso.

-¿Todo el clero les dio la espalda?
-Hubo sacerdotes que siempre estuvieron de nuestro lado, como el franciscano Miguel Ángel Loredo, diez años injustamente preso.

-¿Cómo mantenían viva la fe?
-A través de actividades como la celebraciónde la misa.

-¿Les dejaban celebrar misa?
-No, lo hacíamos clandestinamente.

-¿De dónde conseguían el vino y el pan de la consagración?
-El vino nos lo entraban las visitas, sin que se dieran cuenta los guardias; el pan lo guardábamos de las comidas.

-¿Qué hacían cuando no había sacerdotes presos?
-Como no podíamos consagrar, bendecíamos el pan. Era lo que llamábamos la oración dominical.

-¿Rezaban?
-El rosario, todas las noches.

-Supongo que les llegaban de fuera.
-Algunos sí, pero muchos los hacíamos nosotros.

-¿Cómo?
-Con hilo, con pedacitos de madera, con los alambres de las camas, con cualquier cosa. Los había preciosos. Rosa, mi mujer, todavía guarda algunos.

-¿Por qué pedían?
-Por la salud de nosotros y de nuestras familias, por la Iglesia, por una Cuba libre.
-¿Y por sus enemigos?
-Rezábamos por todos los cubanos, nunca por el régimen. Eso sí, todos los veinticuatro de diciembre elegíamos a uno de nosotros que tuviera buena voz para que leyese un mensaje a los militares.

-¿Era un mensaje político?
-Era un mensaje de Navidad, profundamente religioso. Les hablábamos del nacimiento del Niño Jesús como salvación para todos. Era un mensaje de amor.

-Usted sufrió persecución por sus ideas políticas. ¿También por sus convicciones religiosas?
-En una ocasión, el director de un penal me dijo: “Tienes que darle gracias a la revolución por estar vivo”. Yo le respondí: “Gracias a la revolución no; gracias a Dios”. Para qué fue aquello, muchacho. Los guardias me llevaban por la prisión dándome golpes.

-Se ríe mientras lo cuenta. ¿No les guarda odio?
-No, de verdad que no, se lo digo sinceramente. Se hace más daño el que odia que al que se odia. Nada bueno puede salir del odio.

-¿Y el abandono de Dios? ¿Sintió alguna vez el abandono de Dios?
-Tampoco. Aún recuerdo lo que me dijo mi madre cuando salí de la cárcel: “La prueba de que Dios te protegió es que estás hoy, aquí, con nosotros, vivo”.

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*Esta entrevista se publicó en ALBA el 26 de octubre de 2007.

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